La denuncia de una exgimnasta por abusos sexuales continuados contra
Jesús Carballo, de 69 años y seleccionador nacional de gimnasia femenina
durante más de 30, ha conmocionado al deporte español. La policía
considera “totalmente veraces” los hechos, que se remontan a los años
setenta y ochenta y se cometieron presuntamente cuando la denunciante
era menor de edad, según el informe de diligencias al que ha tenido
acceso este diario. EL PAÍS ha podido hablar con la mujer que presentó
en diciembre la denuncia, hoy de 48 años, así como con compañeras suyas
en el equipo nacional que corroboran su versión y aseguran que los
abusos se sucedieron con diferentes víctimas hasta al menos mediados los
ochenta. Todas piden no dar sus nombres por respeto a su intimidad y de
sus familias, a las que, en algunos casos, ni siquiera hoy han contado
lo sucedido.
Carballo negó ayer todas las acusaciones a través de sus abogados. El
caso ha sido sobreseído provisionalmente por un juzgado madrileño,
decisión que han recurrido tanto la deportista como el Consejo Superior
de Deportes (CSD) ante la Audiencia Provincial de Madrid.
En su declaración ante la policía, la mujer detalló los abusos y
agresiones sexuales a los que supuestamente fue sometida desde los 12
hasta los 15 años por el exseleccionador, que incluyeron penetraciones y
se produjeron “en los entrenamientos, hoteles de concentración del
equipo, así como en el propio vehículo del denunciado”, como recoge el
informe policial. Carballo, que se había hecho cargo de la selección
femenina tras dirigir un tiempo la masculina, tenía entonces 33 años.
"Tenía gran habilidad para someternos a su voluntad", afirma otra de las deportistas
“Él me decía que era mi padre y lo cierto es que yo pasaba más horas
con él que con mi familia. Tenía sentimientos encontrados: le admiraba,
le quería, pero a la vez tenía terror y me sentía obligada a soportar
cosas”, recuerda ahora esta mujer, una de las mejores gimnastas
españolas a finales de los años setenta. “Me volvía loca intentando
averiguar qué había hecho mal porque unas veces me trataba bien, otras
mal y otras me ignoraba sin motivo aparente”.
Por aquella época las chicas que formaban parte del equipo nacional
se entrenaban unas cinco horas diarias entre semana y hasta ocho los
sábados y domingos en las antiguas instalaciones del INEF de Madrid.
Aunque no vivían juntas, algo habitual a partir de mediados los ochenta,
realizaban varias concentraciones al año, en hoteles o chalets
alquilados por la federación española.
El informe añade 14 testimonios que acusan al entrenador de trato vejatorio
Otra gimnasta del equipo, que compartía habitación con ella, fue
testigo de los abusos en uno de esos hoteles. Ante la policía ha apoyado
el relato de su compañera. “Nos concentraron en un hotel antes de los
Juegos de Moscú. Casi todas las noches Fillo [como se conoce a Carballo
en el mundo de la gimnasia] venía a la habitación. Esa noche, como
muchas otras, a mí me dio un masaje para soltarme la espalda. Luego le
oí en la cama de al lado. Yo estaba paralizada por dentro. Cerré los
ojos y me hice la dormida. Era tan duro que nunca nos atrevimos a hablar
de ello entre nosotras. Fue muy traumático”, asegura en conversación
telefónica.
No todas sufrieron abusos sexuales, solo “las elegidas”, siempre
según la versión de las denunciantes, a la que la policía da total
credibilidad. “Él tenía una psicología increíble. Sabía perfectamente
con quién podía y con quién no. Tenía una gran habilidad para someternos
a su voluntad”, continúa el relato la compañera de equipo, de 47 años y
que también fue olímpica. “Conmigo intentó algún acercamiento sexual
sin éxito. En una ocasión me dio un beso en los labios en contra de mi
voluntad y luego me dijo: ‘Quería ver cómo es en realidad lo que vivo en
mis sueños’ o algo así. Apunté en mi diario: ‘Es el día más repugnante
de mi vida”.
El juezo sobreseyó el caso porque el delito ha prescrito y no hay pruebas de otros
El clima en que se desarrollaban los entrenamientos era de control
total por parte del seleccionador, aseguran varias compañeras que
también aportaron sus testimonios a la denuncia policial. “Al principio
compartíamos sala de entrenamientos con los chicos, pero en cuanto él
llegó puso un muro entre medias. Nos prohibía mirarlos, hablar con
ellos. Nos decía que los hombres eran el demonio. Empezamos a vivir con
miedo”, relata una de ellas. “El ambiente entre nosotras era raro.
Algunas estaban absorbidas emocionalmente por Carballo, competían por
sentarse con él en el coche, por estar siempre con él. Tiene el don de
la manipulación. Todas teníamos una confianza total en él. Era un
ambiente de amor desmedido y al mismo tiempo de miedo real”, añade otra.
En esa época no había médicos o psicólogos ni fisioterapeutas que
atendieran a las atletas en la sala de entrenamientos y era el propio
Carballo quien, por ejemplo, se encargaba de dar masajes a las niñas.
Según la investigación policial, dos de las gimnastas aseguran que en
los años ochenta denunciaron estas situaciones a una directiva de la
federación, sin que su queja tuviera consecuencias.
La denunciante y el CSD han recurrido ante la Audiencia Provincial de Madrid
Los agentes, que forman parte de una brigada especializada en delitos
sexuales, han entrevistado a decenas de personas, entre ellas varias
componentes del equipo nacional, actual y de otras épocas. “Muchos (…)
no han querido prestar declaración o no han querido involucrarse por
temor a represalias en el ámbito laboral al señalar a Jesús Carballo
como la persona que monopoliza el mundo de la gimnasia artística”,
asegura el informe. El exseleccionador no ha sido citado porque no ha
sido imputado.
Los abusos sexuales a menores prescriben en España cuando han
transcurrido 20 años desde que la víctima alcanza la mayoría de edad. La
policía no ha encontrado “indicios suficientes” de que el entrenador
haya abusado de otras gimnastas en épocas posteriores, aunque no lo
descarta. Si aparecieran nuevas denuncias o indicios de casos
posteriores podría reabrirse la investigación.
El juzgado de instrucción número 11 de Madrid sobreseyó el caso
porque el delito está prescrito y no hay pruebas de otros casos. Ahora
debe pronunciarse la Audiencia Provincial de Madrid sobre los recursos
presentados por la denunciante y el CSD. El CSD declinó hacer
comentarios sobre el asunto, aunque fuentes del organismo subrayaron que
su actuación en todo el proceso “ha estado presidida por la prudencia y
la firmeza que la situación y los acontecimientos requerían”.
A raíz de la denuncia, el CSD decidió apartar a Jesús Carballo de su
puesto en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid a finales de enero y
le prohibió el acceso a las instalaciones. Los abogados de Carballo
pidieron que se revocaran las medidas, a lo que el CSD se negó. Ante la
imposibilidad de acceder a la sala donde se entrena el equipo, el
exseleccionador pidió la baja voluntaria en la federación, presidida por
su hijo, Jesús Carballo. Carballo padre tiene cuatro hijos de un primer
matrimonio y un quinto con su segunda mujer, que fue gimnasta de su
equipo.
El proceso que llevó a estas mujeres a dar el paso de denunciar unos
hechos que ocurrieron hace más de tres décadas ha sido largo y tortuoso.
Cuentan que cuando dejaron la competición se alejaron también de la
gimnasia, un deporte en el que la mayoría había empezado cuando apenas
tenían seis o siete años y al que habían dedicado toda su infancia y
adolescencia. El año pasado volvieron a encontrarse ya como adultas y
empezaron a hablar con claridad de lo que habían sufrido. “A raíz de ese
reencuentro nos dimos cuenta de que no éramos las únicas víctimas y que
habíamos sido gimnastas de varias generaciones las que sufrimos sus
abusos. Nos entró el pánico. Pensamos que igual esto seguía ocurriendo y
decidimos pedir ayuda al CSD”, recuerda la denunciante. “Solo dimos
este paso cuando nos sentimos unidas, fuertes y psicológicamente
preparadas. Solo queremos sanar y que Fillo sepa que sus actos nos
hicieron mucho daño cuando solo éramos niñas”.
La actuación policial no se ha limitado a posibles delitos sexuales.
Hay 14 testimonios más que señalan “episodios de tratos vejatorios,
humillaciones e insultos de Jesús Carballo hacia las gimnastas, así como
en algún caso se indica que como consecuencia de este trato se pudiera
haber causado lesiones que impidieron continuar la carrera deportiva”,
prosigue el escrito policial. “La mayoría de las declaraciones hace
referencia a aspectos como control absoluto, dominación, sumisión de las
gimnastas, y aislamiento con respecto a otros equipos (…) así como al
hecho de que este habría mantenido varias relaciones sentimentales con
algunas de las gimnastas que estaban a su cargo cuando estas eran
menores de edad, todo lo cual a juicio de esta instrucción podría
suponer una mala praxis”.
Para la denunciante el daño fue mayor. “Carballo me destrozó la vida.
Las consecuencias del abuso las sigo padeciendo hoy. La sala verde [una
dependencia del gimnasio] sale en todas mis pesadillas”, asegura, y
precisa que hasta el año pasado ni siquiera fue capaz de hablar del
tema. Cuando lo hace ahora aún se nota que sigue siendo un trago muy
difícil para ella, tanto que no puede evitar las lágrimas. “Entre las
cosas que más me duelen es que digan que intentamos cargarnos este
deporte. Amamos la gimnasia, fuimos pioneras en una época en que las
condiciones eran muy diferentes. Este asunto no tiene nada que ver con
la familia Carballo, ni siquiera con la gimnasia. Es un caso de abusos
físicos, psicológicos y sexuales a menores. Durante todos estos años he
pensado que en algún momento de mi vida Fillo me pediría perdón. Hoy ya
no lo creo”.
Me duele esto,quería comprobarlo por diferentes fuentes,soy amigo de "filho"y entrenó a mi hija Nuria y a mi hijo Gonzalo varios años.
Le di los contactos con el gobierno cubano para que acogieran en Cuba a algunas chicas.Le pagaron a dos niñas un tratamiento hormonal,muy caro,que sus padres no podían asumir.
Tuve que llamarlo ayer, y él negó todo en forma tajante.
Esperaré,pero no oculto la informacion.
Lo repito,lo leí y fué como una patada en los huevos.