Usain Bolt: "La obsesión por el éxito es una tentación al doping"
El astro jamaiquino de los 100 y 200 metros admite que no todos los competidores están dispuestos a esforzarse para llegar alto; "trataré de batir otra vez mis récords", amenaza en función de los Juegos de Río en 2016.
Pocos atletas del mundo deportivo actual, en el que todo es descartable y de volátiles valores, tienen la fortuna de ser considerados leyendas en vida. A los 27 años, Usain Bolt se da el lujo de cargar con ese rótulo sin prejuicios aunque se permite deslizar algunas excentricidades, esas que lo mantienen en los titulares fuera de la época activa del año.
En su primera visita a la Argentina, el dueño de los récords mundiales de 100 metros llanos (9s58) y de 200 metros (19s19), ambos obtenidos en el Mundial de Berlín 2009, mostró porciones de las características que componen su más genuino ADN. Ese que catapultó su 1,96 metro de altura desde el solado sintético al estrellato, al estilo de un verdadero rockstar. Entre sus numerosas actividades, ayer se presentó en un hotel céntrico, donde tuvo un ameno ida y vuelta con la prensa, se peleó con un micrófono díscolo, dijo que uno de sus sueños es jugar al fútbol y admitió que aún "no sabe" si Jamaica será recordada más por él que por el legado que dejó Bob Marley. "Gané mi primera carrera a los 10 años, en una jornada deportiva en el colegio, motivado por el premio, que consistía en una caja con un almuerzo, que para mí era muy importante", explicó el visitante para dejar en claro las dificultades de sus comienzos en la disciplina. Eran épocas en las que corría descalzo en el pueblo rural de Sherwood Content, donde la pobreza imperaba, pero no alcanzaba a lastimar los sueños. "No me entrenaba demasiado en el colegio, porque siempre sentí que sin entrenamiento podía ser competitivo igual", indicó sin pedantería, sino sólo para dar una muestra de por qué su carrera fue tan meteórica.
Jamaica es una tierra natural de velocistas, eso está claro. Pero aún así, impacta ver la contextura física de Bolt, cuya altura es inusual para un hombre que practica, y del mejor modo, carreras fulminantes, breves. Alguien que hace de las disparadas de corto aliento su modo de vida y que sobre ello formó su extraordinaria figura. Debe ser ese otro de los tantos misterios que encierra su talento único, el que lo hace ir siempre por más. Y así lo desmenuza: "Lo más importante es cumplir las metas. Trabajo arduamente por ello. Ganar más títulos, defender los logros. Esta temporada, por ejemplo, será muy importante para mí y trataré otra vez de romper récords, ya que mi nuevo desafío es volver a ganar los oros en mis disciplinas en los Juegos de Río de Janeiro".
Separar la alta competencia del doping parece complicado cuando hay mucho en juego. Y Bolt no escapa de dar una opinión sobre las sospechas que ello conlleva. "En nuestro nivel, la obsesión por el éxito es una tentación al doping. Eso pasa porque trabajar duro lleva tiempo y ser campeón es complicado. Y muchos no están preparados o no desean recorrer ese camino".
En confianza y más locuaz, se ríe. Cambia su semblante cuando a su alrededor, alguien sostiene que lo han hecho hincha de Racing y/o de Gimnasia, según la conveniencia del interlocutor. Entonces, habla brevemente de fútbol, otra de sus pasiones. Y se refiere al seleccionado argentino en primera persona del plural: "Si logramos armar una buena defensa, somos candidatos". Y no ve a Lionel Messi ganando otro Balón de Oro. "Tuvo un año complicado por las lesiones. Es probable que por ello esta vez se lo lleve Cristiano Ronaldo o Ribery", aventura.
Y vuelve al atletismo para hablar de sus preferencias: "Lo que más me gusta es correr adelante de una multitud, porque ellos siempre se dan cuenta de que estoy entregando todo mi esfuerzo. Y lo que menos me gusta es tener que competir cuando no estoy en condiciones físicas por algún malestar, pero debo hacerlo de todos modos". En referencia, se adelantó al primer mundial de postas, que se hará en mayo. "Para esa disciplina hacen falta cuatro personas. Entonces, depende de los entrenadores, que deben juntar al equipo y decir en qué condiciones físicas se encuentra cada uno de nosotros. No puedo estar seguro de participar".
Usain bucea en los momentos claves de su vida. Allí aparecen circunstancias y personas. Y una, tal vez la más importante, es Glen Mills, un hombre clave en su adoctrinamiento y entrega. "Tras Atenas 2004, empezamos a trabajar juntos. Fuimos al Mundial de Osaka en 2007 y ahí adquirí una mejor experiencia trabajando con él. Me ha hecho estar libre de lesiones, es un mentor, un amigo, el hombre que me ha ayudado en todo. Más que mi entrenador, es como mi padre. También están mis afectos, la buena gente cercana que me ayudó a salir adelante cuando entre 2004 y 2007 tuve varias lesiones, como los médicos y cirujanos", argumenta mezclando emoción y seriedad extrema. Como la que demuestra cuando define lo que es para él ganar y perder. "Vencer es felicidad, representa eso. Perder ayuda a corregir errores. Siempre se sacan enseñanzas de una derrota. Cuando caigo es una motivación extra para mejorar en el próximo compromiso"
No hay comentarios:
Publicar un comentario