Amadeo Carrizo, el prócer del arco de River, cumple 90 años
Amadeo Carrizo, sindicado como uno de los
próceres del arco de River Plate (el otro es Ubaldo 'Pato' Fillol),
cumplirá mañana 90 años, convertido en una auténtica leyenda de la
entidad de Núñez y del fútbol argentino en general.
Nació el 12 de junio de 1926 en la ciudad santafesina de
Rufino. Atajó durante veintitrés temporadas en la institución
'millonaria' y para muchos de los simpatizantes del club resultó el
"verdadero inventor del puesto".
Llegó a la ciudad de Buenos Aires, a fines del '43 por recomendación de un amigo que le dijo: "Andá a probarte a River". En la práctica, Carlos Peucelle advirtió enseguida sus condiciones y le dijo: "Pibe, quédese". Se unió a la cuarta división.
"Lo que no sabía nadie es que era para siempre" evocó Amadeo hace algún tiempo a Télam, en una charla informal.
"Junto con Ángel Labruna somos los que más tiempo jugamos en Primera en River", sostuvo Carrizo.
En 1961, el periodista Dante Panzeri, director en aquel tiempo de la prestigiosa revista El Gráfico, escribió una nota editorial en la que resaltó que Amadeo era "el mejor arquero de todos los tiempos". Por ubicación, por resolución en toda el área grande y no sólo en la chica y por la imposición de utilizar los pies, cosa que no era frecuente por aquellos años.
"Tuvo inteligencia para adivinar la jugada del delantero adversario, intuitivo. Jugando como defensor cuando su equipo está adelantado. Salía a cortar centros como un basquetbolista, habilidoso con los pies y con los saques de arcos hacia adelante", rezaba el texto escrito por Panzeri.
Por aquel período, el ruso Lev Yashin, considerado el "mejor arquero europeo" de todas las épocas había instalado su marca. Integraba los seleccionados de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde los Juegos Olímpicos Helsinki 1952.
Panzeri contaba: "Yashin resuelve, volando de palo a palo. Como en los '50, lo hacía en Racing, Rogelio Domínguez".
"Lo que hace Amadeo es tener una buena colocación y mucha sagacidad para estar adelantado a la jugada", amplió.
Carrizo debutó en Primera División el 6 de mayo de 1945, cuando River le ganó a Independiente por 2-1, en Avellaneda, por la tercera fecha de aquel campeonato.
"Estaba lesionado Héctor Grisetti, arquero 'suicida' y Carlitos Peucelle avisó que debutaba en la 'Doble Visera'", recordó Amadeo en aquella charla con Télam.
"Aquel mediodía apenas tomé te con leche y galletitas de agua", evocó un joven de 18 años que por esos años medía 1,90 metros de altura y pesaba 85 kilos.
El ataque de Independiente incluía a dos glorias: Vicente de la Mata y el paraguayo Arsenio Erico.
"Iba gananado Independiente, con gol de Camilo Cervino. Pero después empató el 'Feo' (Labruna), de penal, y el segundo lo hizo (Alberto) Gallo, un muchacho que era '8'", manifestó.
"Mi mejor partido por esos años fue ante Boca en la Bombonera (1947). Me acuerdo que le tapé dos taponazos a Mario Boyé", evocó.
"River iba perdiendo 0-1 y lo dimos vuelta 2-1, con goles de Labruna y el puntero derecho Héctor Reyes", apuntó.
"Mi¬ padre en Rufino era empleado ferroviario en el Ferrocarril que iba al Pací¬fico. Los hijos de los ferroviarios tení¬amos prioridad para ingresa. Mi¬ viejo estaba haciendo los trámites cuando viajé a Buenos Aires. No creo que hubiera sido un buen ferroviario", comentó.
En julio de 1968 vivió otra jornada de plena satisfacción en su carrera, a pesar de que un ese entonces joven Carlos Bianchi le quebró un record. Amadeo estuvo 769 minutos sin que le convirtieran un tanto y el delantero de Vélez Sarsfield, en el José Amalfitani, le rompió la marca en Liniers.
"Terminamos 1-1. Empató Daniel Onega sobre la hora", recordó con una memoria prodigiosa.
En el seleccionado argentino, más allá de que vivió la frustración de la Copa del Mundo Suecia 1958, también experimentó un período de reconocimiento cuando fue el arquero del equipo campeón en la Copa de las Naciones Brasil 1964, en el estadio Pacaembú de San Pablo. El hito de ese torneo fue el 3-0 sobre el elenco local.
"No me olvido de los abrazos de todos mis compañeros cuando adiviné el palo y le atajé el penal a Gerson", recordó.
Llegó a la ciudad de Buenos Aires, a fines del '43 por recomendación de un amigo que le dijo: "Andá a probarte a River". En la práctica, Carlos Peucelle advirtió enseguida sus condiciones y le dijo: "Pibe, quédese". Se unió a la cuarta división.
"Lo que no sabía nadie es que era para siempre" evocó Amadeo hace algún tiempo a Télam, en una charla informal.
"Junto con Ángel Labruna somos los que más tiempo jugamos en Primera en River", sostuvo Carrizo.
En 1961, el periodista Dante Panzeri, director en aquel tiempo de la prestigiosa revista El Gráfico, escribió una nota editorial en la que resaltó que Amadeo era "el mejor arquero de todos los tiempos". Por ubicación, por resolución en toda el área grande y no sólo en la chica y por la imposición de utilizar los pies, cosa que no era frecuente por aquellos años.
"Tuvo inteligencia para adivinar la jugada del delantero adversario, intuitivo. Jugando como defensor cuando su equipo está adelantado. Salía a cortar centros como un basquetbolista, habilidoso con los pies y con los saques de arcos hacia adelante", rezaba el texto escrito por Panzeri.
Por aquel período, el ruso Lev Yashin, considerado el "mejor arquero europeo" de todas las épocas había instalado su marca. Integraba los seleccionados de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde los Juegos Olímpicos Helsinki 1952.
Panzeri contaba: "Yashin resuelve, volando de palo a palo. Como en los '50, lo hacía en Racing, Rogelio Domínguez".
"Lo que hace Amadeo es tener una buena colocación y mucha sagacidad para estar adelantado a la jugada", amplió.
Carrizo debutó en Primera División el 6 de mayo de 1945, cuando River le ganó a Independiente por 2-1, en Avellaneda, por la tercera fecha de aquel campeonato.
"Estaba lesionado Héctor Grisetti, arquero 'suicida' y Carlitos Peucelle avisó que debutaba en la 'Doble Visera'", recordó Amadeo en aquella charla con Télam.
"Aquel mediodía apenas tomé te con leche y galletitas de agua", evocó un joven de 18 años que por esos años medía 1,90 metros de altura y pesaba 85 kilos.
El ataque de Independiente incluía a dos glorias: Vicente de la Mata y el paraguayo Arsenio Erico.
"Iba gananado Independiente, con gol de Camilo Cervino. Pero después empató el 'Feo' (Labruna), de penal, y el segundo lo hizo (Alberto) Gallo, un muchacho que era '8'", manifestó.
"Mi mejor partido por esos años fue ante Boca en la Bombonera (1947). Me acuerdo que le tapé dos taponazos a Mario Boyé", evocó.
"River iba perdiendo 0-1 y lo dimos vuelta 2-1, con goles de Labruna y el puntero derecho Héctor Reyes", apuntó.
"Mi¬ padre en Rufino era empleado ferroviario en el Ferrocarril que iba al Pací¬fico. Los hijos de los ferroviarios tení¬amos prioridad para ingresa. Mi¬ viejo estaba haciendo los trámites cuando viajé a Buenos Aires. No creo que hubiera sido un buen ferroviario", comentó.
En julio de 1968 vivió otra jornada de plena satisfacción en su carrera, a pesar de que un ese entonces joven Carlos Bianchi le quebró un record. Amadeo estuvo 769 minutos sin que le convirtieran un tanto y el delantero de Vélez Sarsfield, en el José Amalfitani, le rompió la marca en Liniers.
"Terminamos 1-1. Empató Daniel Onega sobre la hora", recordó con una memoria prodigiosa.
En el seleccionado argentino, más allá de que vivió la frustración de la Copa del Mundo Suecia 1958, también experimentó un período de reconocimiento cuando fue el arquero del equipo campeón en la Copa de las Naciones Brasil 1964, en el estadio Pacaembú de San Pablo. El hito de ese torneo fue el 3-0 sobre el elenco local.
"No me olvido de los abrazos de todos mis compañeros cuando adiviné el palo y le atajé el penal a Gerson", recordó.
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