Ignorante Messi
El Barcelona protege a su futbolista con una vergonzosa campaña de encubrimiento y connivencia a la que se adhiere la ingenuidad de los hinchas
Discrepa, menos mal, la Audiencia Provincial de Barcelona. Y le impone a Messi 21 meses de cárcel, no ya como escarmiento a una fechoría de 4,1 millones de euros, sino como expresión categórica de su implicación en el delito: firmar unos papeles significa asumirlos, arrastra el beneplácito a un bizantino esquema de evasión tributaria.
Es la razón por la que escandaliza la campaña que el Barcelona ha organizado en simpatía al delincuente. Y el motivo por el que enternece la candidez de los hinchas adheridos, cuya obstinación en defensa del tótem parece hacerles olvidar que las cuentas de la evasión fiscal las pagan los contribuyentes honestos. Y que la insolidaridad de Messi no puede corresponderse con la solidaridad, menos aún incorporándose la turba a la inconsistencia de las teorías conspiranoicas.
El Barcelona está encubriendo a un condenado. Y el Barcelona incurre en un ejercicio de irresponsabilidad, probablemente porque la devoción visceral a Messi y la irracionalidad de la campaña en su ayuda servirán de movimiento disuasorio o preventivo a los problemas que arrastra el propio club con la Justicia.
No imagino a Rajoy organizando una campaña "Todos somos Bárcenas" ni acierto a pronosticar las dimensiones de un acto reparatorio que tuviera como estribillo "Todos somos Francisco Granados", pero la genialidad de Messi y el sentimentalismo del fútbol en su estado de excepción adolescente -"Todos somos Peter Pan"- consienten que un club tan poderoso pueda jactarse de recomendar la connivencia con un delincuente.Cualquier sentencia adversa será elaborada como la enésima prueba del gran sabotaje de Madrid e incorporada al historial del acoso del Estado. Una coartada perfecta para exacerbar el instinto defensivo, fecundar el victimismo y prodigar la distinción identitaria. Madrid nos roba. Madrid nos manda a la cárcel a nuestros futbolistas.
Porque Messi no sabía. Fue papá. Fue el asesor. O fue la amante, el marido, la esposa, el chófer, el administrador, como hemos escuchado en todos los procesos que aspiran a convertir la ignorancia no ya en un atenuante, sino en un eximente. Y ese es el error. La ignorancia es un agravante. Por eso Edipo se arrancó los ojos.
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