El deporte, en pie de guerra contra Trump
Las acciones de Donald Trump contra lo que califica
de inmigración ilegal, a favor de la construcción del muro de México o
del Muslim Ban han generado una ola de protestas en EEUU y en todo el
mundo. El deporte no queda al margen. En las últimas semanas numerosas
voces se han pronunciado contra las decisiones del nuevo presidente
estadounidense. Peligran competiciones, patrocinios y la participación
de estrellas mundiales en grandes citas.
Este fin de semana
se disputa el mundial de ajedrez femenino en Teherán. Es una cita
marcada por las ausencias de algunas de las mejores jugadoras del mundo.
La indiscutible número 1, la china Hou Yifan, no participa porque
quiere que la Federación Internacional haga competiciones mixtas. Otras
jugadoras se negaron a viajar a Irán para no tener que jugar con el velo
puesto. Es una postura de denuncia que comparten las campeonas de
Ucrania, de Argentina o los Estados Unidos. De hecho, la protesta surgió
hace unos meses desde el país norteamericano, que impulsó una campaña
para que la Federación Internacional cambiara la sede del torneo.
Nazi Paikidze, de origen georgiano, ha
liderado el boicot contra las «leyes opresoras hacia las mujeres, que en
Irán no tienen los derechos fundamentales garantizados». Ha recogido
17.000 firmas en Change.org y ha recibido el apoyo, entre otros, de Gary
Kasparov, pero no ha conseguido su propósito. Estos días, en Teherán,
se celebra uno de los mundiales de ajedrez más extraños y polémicos de
la historia. Paikidze se autodefine como «mujer, musulmana e inmigrante»
y votó a Donald Trump el pasado mes de noviembre. Hace pocos días
defendía el veto migratorio impulsado por el nuevo presidente de EEUU
hacia las personas procedentes de siete países diferentes: Sudán, Yemen,
Somalia, Libia, Siria, Irán e Irak. Un veto que Trump, a pesar del
primer revés judicial recibido y la ratificación posterior del Tribunal
de Apelación, no tiene ninguna intención de olvidar.
Paikidze es una de las pocas deportistas
estadounidenses que han dado la cara por el decreto de la administración
Trump. Una amplia mayoría de los que han optado por dar su opinión ante
la prensa han criticado duramente la decisión del nuevo gobernante.
De las grandes estrellas a los deportistas afectados
En las grandes ligas estadounidenses los
opositores a Trump comienzan a alzar la voz. Es el caso de dos miembros
de la plantilla de los New England Patriots, recientes ganadores de la
Super Bowl de fútbol americano. Son Martellus Bennett y Devin McCourty,
que han renunciado a asistir a la recepción de la Casa Blanca. McCourty
ha explicado los motivos de su decisión: «No iré a la Casa Blanca. La
principal razón es que no me siento aceptado. Con el presidente
expresando opiniones duras y prejuicios, habrá personas que tal vez se
sentirán cómodos pero otros no». Incluso el estelar Tom Brady, viejo
amigo de Donald Trump y quarterback de los Patriots, ha encontrado una
manera elegante de desmarcarse de la decisión del magnate: "Que conozcas
alguien no significa que compartas todo lo que hace o dice esta
persona”.
En la liga NBA las voces contrarias a Trump
han sido constantes desde su elección. Ahora, con la nueva normativa
discriminatoria, entrenadores como Steve Kerr o Greg Popovich han puesto
el grito al cielo. El más contundente ha sido Stan Van Gundy, técnico
de los Detroit Pistons: "Estamos volviendo a los días en que poníamos
los japoneses americanos en campos durante la segunda guerra mundial,
los días de Hitler registrando los judíos".
Otros están a punto de pasar de las palabras
a los hechos. El mejor jugador de la liga de las últimas dos
temporadas, Stephen Curry, ha amenazado con romper su relación con Under
Armour, la marca de ropa y material deportivo con quien tiene un
contrato firmado hasta el 2024. El motivo, las declaraciones televisivas
del presidente de la empresa tachando a Trump como un activo para el
país. Curry respondió que estaba de acuerdo si recortaba las dos letras
finales de la consideración como «asset».
Under Armour está haciendo lo imposible para
retener el patrocinio con el jugador, que ha aportado reflexiones ante
los medios: "Estamos haciendo todo lo necesario para atender a todo el
mundo? No se puede ser tan egoísta y que todo se trate de ganar dinero y
vender zapatillas. Esta no es la prioridad. Se trata de cambiar vidas.
Si veo que no comparten la línea de mis valores principales, no habrá
ninguna cantidad de dinero ni ningún organigrama que no abandone para no
dejar de ser quien soy». El conflicto con Under Armour, por cierto,
también ha llegado a un clásico del deporte comprometido: el St. Pauli
alemán, que vive estos días un intenso debate sobre la relación que
firmó en 2015 con la marca norteamericana.
Las críticas han surgido desde muchos
ámbitos. El piloto de la NASCAR Dale Earnhardt Jr., el capitán de la
selección de fútbol Michael Bradley o la luchadora de artes marciales
mixtas Ronda Rousey son ejemplos recientes. Se han manifestado, también,
aquellos jugadores nacidos en alguno de los siete países señalados por
Trump. Es el caso de Luol Deng, el alero titular de Los Angeles Lakers.
Nacido en el actual Sudán del Sur, se marchó a Egipto con cinco años, se
fue a vivir a EEUU a los 14 y tiene pasaporte británico. Deng ha
colgado un escrito en las redes sociales donde se declara «orgulloso de
ser refugiado» y en el que recuerda la aportación que han hecho las
personas refugiadas en la sociedad norteamericana.
Mo Farah, nacido en Somalia, ha calificado la medida de Trump de "profundamente precupante". Reuters
Uno de los atletas más brillantes de los
últimos años también ha dado su opinión. Es Mo Farah, el hombre que no
ha parado de ganar mundiales, europeos y Juegos Olímpicos con la
camiseta de la Gran Bretaña. El fondista nació en Somalia y reside y
entrena desde hace seis años en EEUU. Farah dijo que su éxito es un
ejemplo del «resultado de las políticas de compasión y comprensión en
lugar del odio y el aislamiento", que el Muslim Ban es «profundamente
preocupante» y que Trump actúa «a partir de la ignorancia y los
prejuicios». A pesar de disponer de la doble nacionalidad, Mo Farah
podría tener problemas de acceso a los EEUU con la nueva normativa si
pone los pies en su país natal.
Los daños colaterales del Muslim Ban
El decreto que promueve la prohibición y la
exclusión por razón de origen ha sacudido el país. También podría tener
daños colaterales contra la población musulmana de EEUU. Esto es lo que
ha denunciado esta semana Ibtihaj Muhammad, la primera mujer musulmana
de la historia estadounidense que ha ganado una medalla olímpica. Lo
consiguió el pasado verano en los Juegos de Río de Janeiro formando
parte del equipo de esgrima en la modalidad de sable. De hecho, Muhammad
generó debate en convertirse, simultáneamente, en la primera mujer
estadounidense en competir en unos Juegos con el hiyab puesto.
La tiradora de esgrima ha denunciado que ha
sido retenida dos horas en una aduana sin recibir ningún tipo de
explicación por parte de la policía. Aunque no tiene pruebas para
vincularlo con las decisiones de Trump, lo atribuyó ante la prensa al
hecho de ser musulmana: «Tengo un nombre árabe. Soy musulmana. Aunque
represento el equipo de EEUU y soy olímpica, esto no cambia la
percepción que la gente tiene de mí. Me siento insegura».
Nazi Paikidze, una de las pocas deportistas que se han posicionado a favor del presidente norte-americano. INSTAGRAM
Otro de los daños colaterales de la
decisión de Trump es el efecto negativo que puede tener para la
candidatura olímpica de Los Ángeles 2024 o para la Copa Mundial de
fútbol de 2026. Ante un país que veta a personas por razones de origen,
el COI podría hacer valer la carta olímpica y apostar por el proyecto de
París. De momento, un delegado olímpico ya ha calificado la medida del
presidente como "muy decepcionante", aunque el COI, oficialmente, ha
preferido quedar al margen. El deporte de todo el mundo se mira de de
reojo las acciones de Trump y acciones como las del Borussia Dortmund en
la Bundesliga de fútbol -colgaron una fotografía de una grada llena con
el título: "El único muro en que creemos"- se propagan en ámbitos
deportivos muy diversos.
La respuesta de Irán
Los países situados bajo el foco de Trump,
como es obvio, están inquietos. La mayoría de ellos no tienen a grandes
referencias deportivas. De hecho, los mejores deportistas de algunos de
estos países ya compitieron en la última cita olímpica con el equipo de
refugiados ante la imposibilidad de entrenar, formarse y competir en sus
países natales. No es el caso, sin embargo, de Irán. Este país es una
potencia deportiva de primer orden en el continente asiático. En algunos
deportes domina a placer ante los estados vecinos, así como ante
referencias deportivas como China o Japón.
Epicentro de un buen número de
competiciones internacionales como el mundial de ajedrez femenino de
estos días, Irán ha respondido con contundencia ante el anuncio de
Trump. Si sus deportistas no pueden competir con normalidad en los
EE.UU., los estadounidenses tampoco lo podrán hacer en su territorio. En
el caso del ajedrez, como decíamos, la decisión de no participar surge
de las mismas jugadoras. Pero podría ser diferente en la copa del mundo
de lucha prevista para los próximos 16 y 17 de febrero. La primera
reacción ante el decreto de Trump fue automática: Irán anunció que
vetaría el acceso de los luchadores estadounidenses en la prueba de
Kermanshah. A los pocos decías, con la suspensión del decreto por parte
de los tribunales estadounidenses, Irán anunció que permitiría el acceso
a todos. Pero la acción-reacción se reanudará si Trump consigue aplicar
la medida. Los luchadores estadounidenses podrían ser los primeros
deportistas directamente perjudicados por la política de su presidente.
Donde las dan, las toman.
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