La vuelta
Hay un hilo fantástico que une las segundas oportunidades del fútbol con la vida
Haciendo un breve recuento, si el Atleti logra la machada, solo la ronda de cuartos de final se habría quedado sin ganador de Champions. Yéndonos más atrás en el tiempo, se observa que España la hubiera ganado antes de empezar el Europeo-84 tras clasificarse al vencer por una diferencia de 11 goles a Malta: el número que necesitaba para jugar en Francia. El caso es que, más allá de la caricatura, algo de razón hay en todo esto: el 12-1 a Malta es un partido imborrable, de igual modo que lo será el 6-1 del Barcelona y que lo sería, de producirse (y empiezo a tocar madera, porque ya me estoy pasando), la goleada del Atleti.
¿Qué quiere decir esto? Que hay que dejar siempre para mañana lo que se pueda hacer hoy. Incluso conviene hacer mañana todo lo que puedas deshacer hoy. Si un equipo quiere ganar la Champions en febrero, por ejemplo, no tiene más que dejarse encajar cinco goles en el partido de ida, ser abucheado y machacado en los medios, y así llevarse la gloria y el recuerdo una semana después. Y aun en el caso de quedarse a un gol, al equipo que quede eliminado se le aplaudirá el enorme mérito y al que pase ronda se le reprochará su juego y se le afeará haber vencido por los pelos.
De esto también sabe el Real Madrid, cuya improductividad y mal juego en 85 minutos es celebrado con júbilo por dos goles en los cinco siguientes. Se premia la irregularidad, el sobreesfuerzo, el capricho, la locura, la excitación y la euforia. Hay un hilo fantástico que une las segundas oportunidades del fútbol con la vida. Se produce cuando no sabes si se dan exactamente para que el perdedor tenga la ocasión de ganar o, más bien, para que el vencedor sepa que nunca se gana del todo.
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