El fútbol, asunto de Estado y no solo en Brasil
-
El gobierno podría utilizar la debacle para influir en la Confederación Brasileña de Fútbol
-
El diputado Romario llama a su presidente Marín 'ladrón' y 'defensor de la dictadura'
-
Dilma Rousseff habla con el seleccionador brasileño, Luiz Felipe Scolari..
Cuando Neymar llegó el jueves a la concentración
brasileña y preguntó a sus compañeros qué narices había sucedido en
semifinales, nadie supo responderle. Pero en Brasil las voces más críticas miran fuera del césped para encontrar a los principales responsables no del 7-1 ante Alemania,
sino de la falta de propuesta futbolística, la ausencia de estrellas,
la mediocridad de las ligas locales, los impagos y la corrupción en los
clubes.
La presidenta del país Dilma Rousseff tiene nula relación con el presidente de la Confederación Brasileña del Fútbol, José Maria Marin, y no es de extrañar: cuando ella era guerrillera opositora al régimen militar, él era un diputado favorable a la dictadura que torturó a la actual mandataria.
En entrevista a la CNN, Rousseff pidió una "renovación" en el fútbol brasileño y aseguró que "Brasil no puede continuar exportando jugadores". Después de aprobar la construcción de doce estadios por un valor total de 2.800 millones de euros, la mandataria se ha dado cuenta de que no tiene estrellas para llenarlos: "Exportar jugadores significa no tener la mayor atracción para que los estadios se llenen", dijo.
Le secundó el Ministro de Deportes Aldo Rebelo, que defendió cierta "intervención" del Estado y lamentó que "los clubes están perdiendo poder que va para los empresarios de los futbolistas", así como recordó que muchos jóvenes de la sub-15 ya están fuera del país.
La crisis por el 7-1 ha acelerado incluso una reunión de la presidenta, la próxima semana, con Bom Senso FC, un colectivo de 1000 futbolistas (entre ellos Zé Roberto, Dida o Rogerio Ceni) critico con la CBF, que pide soluciones para problemas como el desequilibrado calendario de las ligas locales o el habitual impago a jugadores.
El encuentro no sentará nada bien en la CBF, que tiene un grupo de presión en el Parlamento brasileño y lo usará para evitar cualquier tipo de intervención del gobierno. El ex presidente de la CBF Ricardo Teixeira, yerno del ex presidente de la FIFA João Havelange, mandó entre 1989 y 2012 en el fútbol brasileño pese a los altísimos indicios de corrupción y nepotismo que siempre pesaron sobre su figura. Cuando se fue, se permitió el lujo de dejar a Marin, que sigue en su línea poco democrática que gestiona el fútbol brasileño como una empresa.
Contrario desde hace meses a la organización del Mundial, Romario calificó a Marin de "ladrón de medallas, de energía, de terreno público y defensor de la dictadura" y recordó que su vicepresidente Marco Polo Del Nero "fue detenido e investigado" por posibles crímenes de corrupción. Las redes sociales se ceban estos días con el seleccionador Scolari y el delantero Fred. Para muchos otros, la culpa está en los despachos.
La presidenta del país Dilma Rousseff tiene nula relación con el presidente de la Confederación Brasileña del Fútbol, José Maria Marin, y no es de extrañar: cuando ella era guerrillera opositora al régimen militar, él era un diputado favorable a la dictadura que torturó a la actual mandataria.
En entrevista a la CNN, Rousseff pidió una "renovación" en el fútbol brasileño y aseguró que "Brasil no puede continuar exportando jugadores". Después de aprobar la construcción de doce estadios por un valor total de 2.800 millones de euros, la mandataria se ha dado cuenta de que no tiene estrellas para llenarlos: "Exportar jugadores significa no tener la mayor atracción para que los estadios se llenen", dijo.
Le secundó el Ministro de Deportes Aldo Rebelo, que defendió cierta "intervención" del Estado y lamentó que "los clubes están perdiendo poder que va para los empresarios de los futbolistas", así como recordó que muchos jóvenes de la sub-15 ya están fuera del país.
La crisis por el 7-1 ha acelerado incluso una reunión de la presidenta, la próxima semana, con Bom Senso FC, un colectivo de 1000 futbolistas (entre ellos Zé Roberto, Dida o Rogerio Ceni) critico con la CBF, que pide soluciones para problemas como el desequilibrado calendario de las ligas locales o el habitual impago a jugadores.
El encuentro no sentará nada bien en la CBF, que tiene un grupo de presión en el Parlamento brasileño y lo usará para evitar cualquier tipo de intervención del gobierno. El ex presidente de la CBF Ricardo Teixeira, yerno del ex presidente de la FIFA João Havelange, mandó entre 1989 y 2012 en el fútbol brasileño pese a los altísimos indicios de corrupción y nepotismo que siempre pesaron sobre su figura. Cuando se fue, se permitió el lujo de dejar a Marin, que sigue en su línea poco democrática que gestiona el fútbol brasileño como una empresa.
Contrario desde hace meses a la organización del Mundial, Romario calificó a Marin de "ladrón de medallas, de energía, de terreno público y defensor de la dictadura" y recordó que su vicepresidente Marco Polo Del Nero "fue detenido e investigado" por posibles crímenes de corrupción. Las redes sociales se ceban estos días con el seleccionador Scolari y el delantero Fred. Para muchos otros, la culpa está en los despachos.
El presidente español Rajoy,exigio 100 entradas de privilegio para un número igual de altos cargos de su gobierno que quieren ver "por la gorra" la final de mañana en Maracaná.
Aduce que España es todavía Campeon del Mundo y merece ester presente.
"De la misma forma que el rey anterior le entrego los titulos al actual" .
No hay comentarios:
Publicar un comentario