El Atleti no acaba su mudanza
Lo cierto es que el equipo de Simeone ya tiene cubiertas ciertas exigencias de todo traslado. Por ejemplo, un nuevo hogar necesita un símbolo, algo que lo represente mejor que los metros cuadrados, las calidades o los trofeos. Puede ser un póster de El apartamento, una nevera llena de cerveza o una Play Station. O puede ser Saúl.
El Calderón tuvo sus ídolos, varios de ellos aún en este equipo, pero algo muy raro tiene que suceder para que el Metropolitano no pertenezca al canterano. Un tipo al que no se le detectan límites y cuya capacidad para marcar siempre en los partidos importantes comienza a parecer una broma. Contra el Alavés es bueno, contra el Barça, el Bayern o el Madrid, es el mejor. Aún no es el referente del Atleti, pero cuesta imaginar un escenario en el que no lo sea pronto. Y por mucho tiempo.
Y también tiene ya un portero que siempre está, lo mismo para recogerte un paquete que para salvarte la vida (Oblak). Y amigos legales que intentan ayudarle a adaptarse (un Messi en modo humano). Y un futuro que puede y debe ser mejor que el presente cuando Diego Costa y Vitolo lleguen al rescate.
Sí, el Atleti del Metropolitano tiene muchas cosas a favor para adaptarse, pero añora lo que le hizo grande en su hogar pequeño: la solidez, el plan claro y el calor de una grada que aún no logra llenar unas paredes tan grandes. No es extraño, no es crítico, pero empieza a ser urgente que la recupere cuanto antes. Porque el Barça refrendó las sensaciones que iba dejando tras las victorias: impone más por lo que fue y por lo que Messi siempre será, que por lo que realmente es. Un buen equipo, no un gran equipo. Es una Liga abierta y el Atleti puede engancharse si sobrevive hasta enero.
Pero necesita una fiesta. O un polvo. Y pronto.
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