Aguafiestas olímpicos
Ruth Toledano
- Madrid
¿Estar en contra de que se celebren en Madrid los
Juegos Olímpicos de 2020 es ser aguafiestas? ¿Significa esa oposición
una falta de apoyo y de respeto al deporte y, más concretamente, a
nuestros deportistas? ¿La celebración de los Juegos Olímpicos en Madrid
2020 ayudaría, como dicen algunos, a reflotar la economía de la ciudad
o, por el contrario, haría más abismal su agujero financiero? ¿Ayudaría a
levantar el ánimo de una ciudad deprimida por una centralidad que
representa recortes sociales y corrupción o abundaría en la distancia
madrileñista con el resto del Estado? Y, sobre todo, ¿por qué (más allá
de las estadísticas aportadas al COI por la propia organización del
Madrid 2020, de las que tenemos todo el derecho a desconfiar), hay
opiniones encontradas al respecto?
No, estar en
contra de Madrid 2020 no es ser aguafiestas. Lo que agua una fiesta es
que las instalaciones públicas de afluencia masiva no reúnan las
condiciones de seguridad adecuadas o, directamente, incumplan la
normativa, como, por ejemplo, sucedió en el Madrid Arena, uno de los
pabellones destinados a los Juegos (y sobre cuyo drama, por cierto,
calló cínicamente la alcaldesa Botella ante los responsables del COI).
Dada la cantidad de mentiras a la que nos tienen acostumbrados el
gobierno municipal, el gobierno regional y el gobierno nacional, ¿por
qué tendríamos que creer que algo así no volverá a suceder?
No, estar en contra de Madrid 2020 no es estar contra el deporte y los
deportistas. Al contrario: es tener interés en recordar que en Madrid
faltan instalaciones municipales deportivas para los ciudadanos, que las
que existen están en lamentables condiciones de mantenimiento y que son
excesivamente caras. Yendo un poco más allá, cabe cuestionarse el
modelo de deporte que se fomenta: el deporte como espectáculo y no como
actividad cotidiana beneficiosa, como enriquecimiento personal, como
construcción de tejido social.
No, no está
garantizado que Madrid 2020 ayude a reflotar la economía. Todo lo
contrario: el COI exige un “compromiso financiero” millonario (motivo
por el que Roma, por cierto, ha retirado su candidatura), que en el caso
de Madrid, cuyo Ayuntamiento tiene una deuda pública de más de 7.000
millones, ascendería a casi 10.000 millones de euros.
No, el ánimo madrileño no se va a levantar con más proyectos faraónicos
puntuales que añaden gasto e inseguridad sino con planteamientos de
recuperación de los derechos sociales que están siendo sistemáticamente
conculcados con la privatización y los recortes en sanidad, educación,
empleo y servicios públicos.
Y, sobre todo, no, no
confiamos en los mismos que fomentan Eurovegas, no confiamos en los
mismos que han construido aeropuertos sin aviones, no confiamos en los
mismos que han construido autopistas sin coches, no confiamos en los
mismos que pagaron 120.000 euros a Urdangarín por dos folios para Madrid
2016, no confiamos en los mismos que arruinaron Valencia con la Fórmula
1, no confiamos en los mismos que impulsaron La Caja Mágica inútil, no
confiamos en los mismos que construyeron un campo de golf en Chamberí,
no confiamos en los mismos que han permitido que se encuentre en estado
de ruina el Frontón Beti-Jai, que es el estadio más antiguo de Madrid y
cuyo valor patrimonial está siendo despreciado, no confiamos en los
mismos que han dejado en desuso las infraestructuras construidas para el
Expo de Sevilla o para la Barcelona olímpica. No confiamos en los de
los sobres, no confiamos en los de la amnistía fiscal, no confiamos en
chorizos, mentirosos y corruptos.
¿Por qué hay
entonces una mayoría de madrileños, dicen, que apoya la candidatura de
Madrid 2020? En el caso de eso fuera cierto, no tengo respuesta. ¿Acaso
la tenemos para la mayoría que ha seguido dando su confianza a los
sucesivos gobiernos del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid? La
mayoría que da su confianza a los de los sobres, los de las amnistías
fiscales, los de los cheques al yerno. La mayoría que da su confianza a
los amigos de los empresarios defraudadores, que son quienes sacarían la
gran tajada de las obras necesarias para Madrid 2020. Los mismos que
llaman aguafiestas a quienes no quieren apoyar su falso modelo de
crecimiento: el de su enriquecimiento particular a costa del
empobrecimiento público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario