domingo, 31 de agosto de 2014

“Literariamente, el fútbol es muy fértil, pero tiene que llevar a otros lugares”

Eduardo Sacheri. Autor de “La pregunta de sus ojos” y de la reciente “La felicidad era esto”


  • Bárbara Alvarez Plá
“Pasa poquito, son pocos personajes, no suceden grandes cosas, o lo que se suelen considerar grandes cosas... son historias que le pueden pasar a cualquiera”. Así define el escritor Eduardo Sacheri el conjunto de su producción literaria y la misma definición aplica cuando habla de La felicidad era esto, la última de sus novelas que lleva vendidos más de 15.000 ejemplares. “Eso es lo que me gusta contar porque es lo que me interesa leer, historias próximas de gente común”, matiza el autor de La pregunta de sus ojos, la novela que dio lugar a la película El secreto de sus ojos, que ganó el Oscar en 2010. Además, Sacheri escribió la novela Papeles en el viento y, sobre todo, libros de cuentos como Los dueños del mundo o La vida que pensamos, en los que el fútbol, suele ser el protagonista.
La felicidad era esto es la historia de Sofía, una adolescente de Villa Gesell que tras perder a su madre se va a Morón en busca de su padre, al que no conoce, y de Lucas, un escritor frustrado que ni siquiera imagina que una chica de 14 años está a punto de tocar a su puerta para decirle que es su hija. Entre ambos se irá construyendo una relación que hará que sus vidas encuentren un sentido que no parecían tener hasta ese momento. “La historia de nuestras vidas se reduce a la gente que tenemos, la que queremos, la que perdemos y la que nos hizo daño”, afirma Sacheri, y cuenta que lo que lo inspira a la hora de ponerse a escribir es una mezcla entre lo que escucha, lo que ve y lo que necesita preguntarse, “una especie de guiso de cosas que vengo pensando”.
–¿Y en qué venía pensando cuando comenzó esta novela?

–Cada vez que empiezo un libro tengo el propósito de preguntarme alguna cosa diferente, venía de Papeles en el viento, que es una historia de amistad y fútbol, de La pregunta... que es un policial con historia de amor, y ahora quise escribir sobre el vínculo entre un padre y una hija adolescente.
–¿Cómo construiste el personaje de Sofía?

–Con mucha dificultad, fue un gran desafío. Me ayudó mucho el hecho de tener una hija adolescente. No se parecen en nada, ni yo a Lucas, pero hay muchas complicidades, formas de hablar y chistes internos que son muy nuestros. El principal problema fue que, en un principio, escribí la novela en primera persona porque quería la voz de la adolescente, pero me di cuenta de que, por el vocabulario que maneja alguien de esa edad, o empobrecía el registro o nadie se iba a creer a Sofía, así que cambié la primera persona por un narrador omnisciente, para que su forma de hablar no hiciera ruido.
–Parece que a tus personajes los hechos más terribles les cambian la vida para mejor... ¿Cree que es así la vida?

–¡Ojala! La verdad es que la vida es mucho más hija de puta, muy complicada, pero si tenemos al lado a las personas adecuadas es más fácil. Eso es lo que les pasa a ellos, cuyas vidas son como un páramo antes de conocerse. Sin embargo, ese vínculo que se crea entre ambos es motivo suficiente para cambiar todo lo demás. Eso es lo que hacen los buenos vínculos: alumbrarnos la posibilidad de movernos a un sitio mejor.
–En el libro, se rompe el estereotipo de hombre/mujer y los roles que supuestamente les corresponden; aparece una mamá que no cuida tanto a su hijo, la mujer de Lucas, Fabiana, que no quiere tener chicos y vive para su trabajo... ¿Cree que eso está pasando o es la expresión de un deseo?

–Creo que está pasando. Iba a decir despacio, pero como licenciado en Historia diría que la velocidad es vertiginosa. Son estereotipos que se han mantenido durante milenios y que en los últimos años se han hecho trizas y, claro, a mis personajes también les pasa.
–Lucas dice en un pasaje que se llenó de plata con un libro y a partir de ahí se quedó parado, ¿En algún momento tuviste miedo de que te pasara eso?

–Un poco, pero antes de tener éxito. Yo empecé a escribir por hobby y conseguí publicar algunos libros de cuentos. En ese momento me pregunté: ¿la aventura de ser escritor se habrá terminado acá? y tuve miedo de quedarme parado.
–Pero entonces, sentirse escritor, ¿qué es? ¿escribir o vender libros?

–En mi caso el elemento central ahí es de qué come mi familia. Será muy material pero lo pienso así: hace diez años yo era un profesor de Historia que escribía y ahora soy un escritor que da clases de Historia.
–¿Pensó en dejar de dar clases?

–No, me encanta y además no sé cuánto tiempo más se van a vender mis libros.
–¿Está más cómodo con la novela o con el cuento?

–Depende de la historia que tenga entre manos. Me pasó con La pregunta... que iba a ser un cuento hasta que me di cuenta de que todo lo que tenía para contar no cabía en las diez o quince páginas que dura un cuento. En general, lo primero que me viene a la cabeza es una historia aislada pero cargada de sentido, cuando entro a tirar de los hilos de esa imagen, ahí me doy cuenta de si eso tiene que ser una novela o un cuento.
–En su literatura suele haber mucho fútbol. ¿Qué hay de literario en el fútbol?

–Primero tengo que decir que el fútbol es muy importante en mi vida y me permite vivir cosas que de otro modo no sé si viviría. De la misma manera, escribir sobre fútbol me permite hablar de cosas de las que otro modo no sé si hablaría. Es como un tobogán que me lleva a cosas mías muy profundas, a mi niñez, a mi padre, al que perdí cuando tenía 10 años. Cuando juego al fútbol, o veo jugar, esos años que pasaron se desdibujan. En Papeles..., por ejemplo, los personajes son un grupo de amigos cuarentones que no hablan de sus sentimientos, como yo, que tampoco lo hago, pero cuando se juntan a ver fútbol los sentimientos terminan aflorando.
–Sí, generalmente los peores...
–Es cierto, el fútbol tiene una prensa excesivamente buena. Nos desnuda y nos saca lo peor, pero es porque ya lo teníamos adentro. Si sos capaz de romperle la cabeza a alguien con una piedra porque lleva una camiseta diferente es porque sos un monstruo, no porque lo provoque el fútbol. Literariamente, es muy fértil y está bueno siempre que nos conduzca a otros lugares, si nos quedamos en esa superficie de cotillón, no sirve. Yo trato de llegar a lo humano que hay detrás del fútbol.
–¿En qué está trabajando ahora?

–En varios frentes al mismo tiempo. Estoy empezando a pensar una película con Campanella, algo mezclando ideas que él trajo con algún cuento mío, pero todo está en estado embrionario. También hablamos de una segunda parte de Metegol, pero se quedó ahí por ahora. Y estoy con ganas de escribir otra novela. Tendrá algo de policial por eso que me gusta pensar cuando empiezo una obra: “Qué el próximo libro vaya por otro lado”.

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