domingo, 27 de mayo de 2018

EL DEPORTE PUSO MUCHOS MUERTOS


Se cumplen hoy 40 años de la desaparición de la jugadora de hockey Adriana Acosta
Una ausencia hecha presencia cotidiana
Su historia se evoca a menudo en el ambiente de su deporte, en el colegio donde estudió y en una ONG que trabaja con chicas en situación de pobreza.
Son cuarenta años, demasiados para una ausencia. Un 27 de mayo como hoy pero de 1978, Adriana Acosta desapareció en Villa Devoto. Un grupo de tareas la arrancó del bar La tuerca de Pérez, en Francisco Beiró y Segurola. La buscaron sus padres Teresa y Oscar, sus hermanos menores Leticia y Marcelo, los organismos de derechos humanos. La negaron el obispo de Lomas de Zamora, Desiderio Colino, los jueces Guillermo Rivarola y Norberto Giletta que rechazaron los habeas corpus de su familia y la mayoría de una sociedad anestesiada en vísperas del Mundial. De esa grieta de memorias y olvidos, emerge fortalecida la jugadora de hockey del club Lomas y la Selección nacional. Su ausencia se vuelve presencia en una cancha del Cenard que la recuerda, en la organización El puente posible, en cada evocación de compañeras y amigos, en cualquier charla donde convoque su historia.
Alberto Costas, un profesor del Colegio Balmoral de Banfield donde estudió Adriana, la acercó a Lomas Athletic. Salió campeona juvenil, integró el plantel de Primera, pasó a la Preselección y debutó en un amistoso internacional con Estados Unidos en 1973. Ese mismo año capitaneó el equipo de Capital Federal. Hizo una gira por Inglaterra en 1975 y se retiró en el club Longchamps. Adriana jugaba al hockey, pero antes estudiaba de manera metódica, aplicada y solidaria. Ayudaba a otros alumnos que no tenían la misma capacidad de aprendizaje. Los llevaba a su casa y les enseñaba. Por eso la eligieron mejor compañera. Cada casillero de su boletín se completaba con un 9 o un 10. Teresa todavía los conserva. 
“Es como si hubiera pasado ayer –cuenta la madre–, yo todavía no lo puedo digerir. Pero si me piden hablar de Adriana no tengo ningún problema. Porque fue tanta la injusticia, costó tanto responder a las mentiras que se dijeron, que acá estamos. Seguimos. Lo importante es que se la recuerda. El año pasado me llamaron para avisarme que habían pintado con su nombre las paredes del club Lomas alrededor de la calle Arenales. No sabemos quiénes pudieron haber sido, pero creo que para un aniversario de ella aparecieron esas pintadas que decían: ¿Dónde está la capitana Adriana Acosta?” cuenta la madre. Leticia, su hija, corrobora lo que pasó. Jugó en el club como su hermana.   
El 6 de octubre de 2009 se inauguró con su nombre la cancha de hockey sintético del Cenard. Fue una iniciativa del ex secretario de Deporte Claudio Morresi. Al acto asistieron la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, Taty Almeida de Madres Línea Fundadora, Luciana Aymar y Carlos “Chapa” Retegui. También le hicieron varios homenajes en el colegio Balmoral, donde siempre se la recuerda. Como después de aquellas pintadas en el club, en septiembre del año pasado se colocó una plaqueta en sus instalaciones. 
Donde con más fuerza vive el espíritu inquieto y generoso de Adriana es en la ONG El puente posible, creada en 2009 en una pequeña plaza del sur del Gran Buenos Aires. La asociación civil trabaja en la inclusión social por medio del hockey. Jorgelina Rimoldi, una ex leona, ha colaborado con ella. En su página web puede leerse: “A octubre de 2017 llegamos a 1300 niñas y adolescentes desde 4 a 24 años. 200 en el interior del país, 300 en clubes asociados a la liga de capital y conurbano, más 800 en los clubes propios de la ONG localizados en la zona sur del Gran Buenos Aires”. Todos los años organiza la Copa Homenaje Adriana Acosta a la que define como “una leona antes que nadie, enfrentó una época atroz sin medir los riesgos”. La organización fue declarada de interés municipal por el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora en junio de 2016.
Teresa tiene otro recuerdo que demuestra cuánto representa Adriana para aquellos que buscan detalles sobre su historia de vida: “Un día me llamó el intendente de Lomas, Martín Insaurralde. Me pidió que lo ayudara a su hijo a hacer un trabajo para la Facultad, donde estudia con mi nieto Santiago periodismo”. Jessica San Martín y Marcos Sznac, dos alumnos de Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, hicieron una investigación muy interesante que profundiza en la militancia política que se le atribuye a Adriana.
Citan un dato clave sobre su posible participación en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML): “En julio de 2004, la coordinadora del área de Casos y Situaciones de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación, Silvia López Massip, responde una presentación que hizo la familia de Adriana pidiendo información. En la carta confirman que Adriana perteneció al PCML según los datos aportados por la Conadep”. 
La jugadora de hockey que ya no jugaba, que estudiaba cuando podía, que se comunicaba por carta con sus padres desde una pensión de la calle Acevedo al 800, que compartió cautiverio en el centro clandestino de detención El Banco con María Elena Bugnone, la nuera de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, sigue desaparecida desde aquel sábado 27 de mayo del 78.
Sus padres presentaron habeas corpus en la Justicia que fueron rechazados por dos jueces: Rivarola y Giletta. Leticia conserva las constancias de las cédulas judiciales fechadas en los años 1978, 1979 y 1982. Guillermo Federico Rivarola, el ex titular del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal Nº 3 y después camarista, cobró notoriedad no tanto por haber rechazado uno de los habeas corpus pero sí por otro episodio que terminó en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). 
En 1989 el periodista Eduardo Kimel publicó el libro sobre La Masacre de San Patricio donde describía que “la actuación de los jueces durante la dictadura fue, en general, condescendiente, cuando no cómplice de la represión dictatorial. En el caso de los palotinos, el juez Guillermo Rivarola cumplió con la mayoría de los requisitos formales de la investigación, aunque resulta ostensible que una serie de elementos decisivos para la elucidación del asesinato no fueron tomados en cuenta. La evidencia de que la orden del crimen había partido de la entraña del poder militar paralizó la pesquisa, llevándola a un punto muerto”. 
Por esas líneas Rivarola querelló al periodista fallecido el 10 de febrero de 2010. Le siguió el juicio de manera rigurosa y metódica hasta conseguir tras sucesivas apelaciones la ratificación de su condena ante la Corte Suprema por la investigación que había hecho. Solo después de su muerte, Kimel terminó absuelto por la Cámara Nacional de Casación Penal que dejó sin efecto la sentencia por calumnias de 1999 a un año de prisión en suspenso y que lo obligaba a pagar una indemnización de 20.000 pesos (dólares de aquel momento). El ex juez es octogenario y sigue activo en las redes sociales donde apoya con fervor al gobierno de Macri y propone la expulsión de los indocumentados o la supresión de los planes sociales a piqueteros. 
Adriana intuía lo que le podía pasar. En un mensaje a su mamá le había anticipado: “Voy a tener que cambiar la carrera de nuevo, porque acá no me puedo quedar más ¿Vos no sabés la gente que desaparece en La Plata? Por eso me voy a venir a vivir acá”. Estudiaba Ciencias de la Educación en la UNLP –donde fue ayudante alumna– y se pasó a Medicina de la misma Universidad. Su última incursión académica fue en Ciencias Económicas de la UBA. “Tuvo que quemar los libros, no sabe qué pena me dio”, cuenta Teresa en la miniserie Deporte, desaparecidos y dictadura que se estrenó en el canal Encuentro en 2013. 
En ese trabajo para la TV, Cristina Tortti una ex militante del PCML describió los días de cautiverio que compartió con Adriana en El Banco de autopista Ricchieri y Camino de Cintura. Dijo que dormía mucho, que suponía que la iban a liberar antes que a nadie, pero que pasó lo contrario. La que salió fue ella. Por su testimonio se sabe que en el mismo centro clandestino estuvo detenido Mariano Montequín, el capitán de La Plata Rugby y también integrante del PCML. Como Adriana, él y otros diecinueve jugadores de ese club continúan desaparecidos.

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