sábado, 3 de marzo de 2018

FRANCESCOLI TIENE HEREDERO,Y YAMBIEN TOMA MATE


Lapidad a Griezmann

Simeone felicita a Griezmann tras uno de sus goles ante el Leganés. EFE
Hace tan sólo un mes, el regimiento rojiblanco de lapidación (que incluye algunos amigos) pedía la cabeza de Simeone porque el equipo aburría a las ovejas y el argentino era un cobarde; sostenía que Griezmann era un desagradecido que había que vender con lazo; pintaba la grada del Metropolitano como un duelo a garrotazos de Goya; y, en definitiva, predicaba que el Atlético, que manoteaba a 11 puntos del líder (vaya descalabro ser segundos), nada tenía que hacer en Liga.
Hoy el Atleti despliega un fútbol vistoso; sigue siendo el menos goleado; ha marcado nueve goles en dos partidos (siete de ellos, obra del niñato francés que no quería al equipo); presiona como si el rival le debiera dinero; y, a estas alturas, está a cinco puntos del Barcelona y con las mismas cifras que cuando ganó su último campeonato.
Entre el primer párrafo y el segundo sólo hay un punto y aparte de distancia. Eso y un mes. Tiempo suficiente para que no haya ni rastro del regimiento rojiblanco de lapidación. Es lo que tiene la policía religiosa: si la gente se divierte, los que se aburren son ellos.
«Aprendo a diario de él y quiero seguir haciéndolo. Si se hubiera marchado en 2016, tal vez yo le hubiera imitado». Lo dice Griezmann refiriéndose a Simeone en su biografía Detrás de una sonrisa, la vida del Principito contada por él mismo. La frase del galo -que hace bien poco recibió silbidos como piedras en el Wanda por obedecer a su entrenador- da la medida exacta de lo peligroso de las lapidaciones y del ascendiente telúrico del Cholo. En él empieza todo. Por él mata la tribu. Los chicos se arriman a su míster porque saben que los hace mejores. Únicos.
El Principito cuenta la historia de un niño rubio venido de otro planeta que no entiende ciertas cosas de los mayores. «No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo», escribe Saint-Exupéry. También: «Uno es para siempre responsable de lo que domestica».
Costa ha vuelto. Oblak no se ha ido. Koke despertó. A Godín le parten los dientes y sonríe. Tenemos a Griezmann con nosotros. Un zorro impar (medio francés, medio vasco, medio uruguayo) pisa este domingo el Camp Nou. Si quiere saber quiénes son los domadores mire al banquillo. Y a ver con qué excusa y cuánto tardan en sacar las piedras los del regimiento rojiblanco de lapidación.

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