domingo, 17 de diciembre de 2017


LA COLCHONERÍA

Los nuevos atléticos

El reproche de Fernando Torres a los aficionados rojiblancos que critican al equipo por una derrota después de los éxitos de los últimos años abre el debate sobre si el crecimiento del club puede provocar la pérdida de la idiosincrasia colchonera

<p>Fernando Torres entrenándose el 1 de noviembre de 2017 </p>
Fernando Torres entrenándose el 1 de noviembre de 2017 
ALEX MARIN/ CLUB ATLETICO DE MADRID
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A Fernando Torres conviene escucharle cuando habla porque suele decir cosas interesantes que van más allá de los habituales tópicos de los futbolistas. Además, conoce cuál es el ADN de la afición rojiblanca porque lo ha vivido desde pequeño. Hace unos días sacó a la luz, durante una entrevista en el diario AS, un debate que no se ha reflejado en los medios, pero que es habitual en los últimos tiempos entre los hinchas colchoneros. Tiene que ver con la aparición de lo que se ha dado en llamar “los nuevos atléticos” o “neoatléticos”, a quienes  se podría definir como aquellos  seguidores que después de los éxitos conseguidos en la etapa de Diego Pablo Simeone se han vuelto más críticos y exigentes, alejándose de lo que muchos piensan que es la esencia tradicional de la masa social del equipo. Y eso, algunos, lo ven como un problema.
Entre los que así lo consideran está el delantero de Fuenlabrada. Su afirmación fue rotunda: “No me gustan algunos de los nuevos atléticos de ahora, que sólo han visto ganar al equipo, que sólo saben de victorias, cuando no ha sido así. Hay que decirle a esta gente que critica por una derrota que esto no fue así. Mantener la esencia es difícil”. La cuestión se puede resumir en una pregunta: ¿se puede crecer como entidad sin perder ese carácter, esa naturaleza que muchos consideran que es lo que diferencia al Atleti de otros clubes? Lo cual nos lleva a otra disquisición de difícil respuesta. ¿Cómo se crece más? ¿Con apoyo total al equipo, pase lo que pase, o con exigencia máxima?  
Algunos piensan que en el momento en que el Atleti deje de tener esas señas de identidad que le hacen distinto se convertirá en uno más. Defienden que lemas como “No lo pueden entender” y “Orgullosos de no ser como vosotros” no son simples palabras. Que ser de este equipo es, sobre todo, presumir de un sentimiento y que el que sólo busque resultados tiene otras opciones muy próximas. Achacan a los que protestan que sólo quieren caviar después de haber estado comiendo mortadela durante varios años.
Por el contrario hay quién cree que defender esa postura es de equipo pequeño y que la exigencia que reclaman ya existía en otra de las mejores épocas de la entidad, en los años 60 y 70. Que estuvo muy bien no abandonar al equipo cuando bajó a Segunda, pero que las expectativas han cambiado y que ahora hay que pedir en función del potencial actual. Incluso hay quién afirma de forma irónica que “va a ser mejor no pelear por la Liga y la Champions no vaya a ser que nos cambie nuestra idiosincrasia”.

No creo que la masa social del Atleti haya crecido en los últimos años a costa de quitarles aficionados a otros equipos por los éxitos cosechados. Por muy bien que les hayan ido las cosas a los de Simeone, nadie se hace del equipo rojiblanco por sus títulos, teniendo en cuenta que en la misma ciudad hay otra alternativa mucho más provechosa en ese sentido.  Sí ha aumentado la que se ha afiliado al club, pero estas personas seguramente ya sentían los colores antes y ahora han dado el paso de vincularse a la entidad. Puede que una parte de ellos lo haya hecho para disfrutar de estos momentos de bonanza y sean más exigentes que los que han vivido la época de vacas flacas. Pero también puede pasar que varios de estos últimos exijan en consonancia con la realidad actual. Lo cierto es que la mayoría de la afición que va al estadio sigue siendo la misma que años atrás. Quizá lo que ha cambiado es la mentalidad de algunos de ellos. Ya se sabe que el ser humano se habitúa rápidamente a lo bueno.
Más allá del ámbito deportivo, al que se refería Torres, esta división entre aficionados también se produce por los cambios institucionales impuestos en los últimos tiempos por los propietarios del club. Los que están radicalmente en contra del cambio de estadio y del nuevo escudo también catalogan de “neoatléticos” a los que se muestran a favor o, por lo menos, no les causa rechazo. Y éstos últimos se quejan de que los primeros repartan carnets sobre quién es buen o mal atlético.
Si le preguntan a Simeone y a los jugadores sobre cuál es el mejor escenario para desarrollar su trabajo, es evidente que dirán que prefieren sentir el apoyo total de la grada, sobre todo en los malos momentos, pero estoy seguro que entenderán que también se les exija. Al fin y al cabo es sinónimo de que están capacitados para competir con los más poderosos. Un estatus que se lo han ganado con su trabajo y rendimiento. Y nadie sabe mejor que ellos que sólo dando el máximo pueden llegar a la altura de rivales como Real Madrid o Barcelona.
Claro que una cosa es reclamar máximo esfuerzo y compromiso a los profesionales y otra no tener memoria. Tanto el Cholo como muchos de los actuales componentes de la plantilla han colocado al club en una posición impensable hace tan sólo unos años y eso debe estar siempre presente en los seguidores, sean más o menos exigentes, a la hora de emitir una crítica. No se puede juzgar igual a los que se han dejado el alma por estos colores, aunque alguno haya bajado el nivel de años anteriores, que a un recién llegado. Ahí sí que la afición debe demostrar que sabe estar a la altura.
El Atleti está en un proceso de cambios importantes a varios niveles y eso siempre descoloca durante un tiempo.  ¿Debe intentar mantener durante esta transformación las señas de identidad que le han acompañado durante su historia? Por supuesto. Pero eso no significa que en la comunidad colchonera sobre nadie. Aquí todos son necesarios. Los nuevos y los antiguos. Los rivales no deben ser los que lleven distintivos rojos y blancos. Y si alguien quiere un ejemplo de que es posible combinar sentimiento y exigencia lo tiene muy fácil. Que mire al hombre de negro del banquillo.

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