viernes, 18 de julio de 2014

Por favor Leo Messi regalanos otra cara


A ver si me cambiás esa carucha, Leo. ¡Somos subcampeones del mundo y en gran parte te lo debemos!
A ver si conseguís ponerle un poco de onda. Sos un líder, un ejemplo, un referente mundial. Desde que terminó el partido te veo como arrastrando una frustración tremenda. A la Merkel casi le das vuelta la cara. Lo mismo a todos los que en ese palco te saludaban, consolaban, felicitaban.  Las dos veces que subiste a buscar tu premio y tu medalla parecía un vía crucis. Te entiendo: sos un grande y nunca te permitirías tener sueños incompletos.
Se te acababa de ir de las manos el trofeo que más querías. Cierta convención futbolera establece que al altar de los dioses del fútbol (al altar de Pelé y Maradona ) no puede subir el que no haya ganado la Copa del Mundo.

Éste era tu Mundial. Te agarró con la mejor edad: 26 años. En Alemania 2006 viviste la eliminación desde el banco de suplentes. Sudáfrica 2010 te despidió con la goleada que nos propinaron los alemanes (4-0) y la impotencia de no haber podido hacer ningún gol, aunque jugaste muy bien. Éste te agarró en tu plenitud. Era tuMundial . Y no lo fue. O no lo terminó de ser. Fuiste un gran jugador y nos hiciste ganar varios partidos. Pero te pedíamos más, y vos te pedías más.

Por eso te decía que te entiendo. Sin embargo, no puedo terminar de interpretar esa amargura. Que no puedas administrar mejor esa desazón. Se te vio destruido en la cancha después del pitazo final. Comprensible. Y en la premiación. Y en la llegada a Ezeiza. Y en el encuentro con la Presidenta, y cada vez que apareciste en público. Incluso, repasando imágenes del partido en la TV descubrí que, durante las instrucciones de Sabella y de Mascherano antes del alargue, te apartaste del grupo. Vos, el capitán, habías elegido estar solo.

Leo, alguna vez escribí, con admiración que me calaba los huesos, que tenías virtudes propias de otras culturas: contracción al trabajo, responsabilidad, discreción, seriedad. Que día tras día dabas muestra de una extraordinaria profesionalidad. Aquella vez dije que tanta disciplina y rigor te convertían en un ejemplo para todos los argentinos. Te convertían en un tipo poco argentino.

Lo que es la vida. Hoy, al verte así, tan caiducho, tan ristretto, me dan ganas de decirte: Leo, tu país festejó porque lo vivió como una victoria; Leo, la gente los quiere igual; la selección fue un ejemplo de armonía y superación. Leo, para esa gente que te sigue, te aplaude, te ama, ¿no tenés otra cosa que decirle?

Insisto. Sos un líder, un ejemplo. Cada uno de tus gestos da la vuelta al mundo. Tus reacciones son un marco de referencia para millones de personas.

Leo, cambiame esa cara, por favor.

Gracias, genio
Carlos M. Reymundo Roberts

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