Cuatro españoles por encima de la Mafia calabresa & cia.
El Locri, con cuatro españoles, jugará el domingo pese a las amenazas
Las jugadoras viven en un hotel requisado a la 'Ndrangheta calabresa
La primera nota que Ferdinando Armani se encontró en el parabrisas de su coche parecía una broma de mal gusto. Un intrigante mensaje anónimo que le pedía al presidente del Sporting Locri, un modesto club de fútbol sala femenino de la división de honor italiana, abandonar el equipo si no quería sufrir las consecuencias. Sólo unos días más tarde, el vicepresidente y un dirigente honorífico recibieron también sendas amenazas, que fueron subiendo de tono. El 13 de diciembre, una semana después de la primera advertencia, Armani bajó al vestuario y les comunicó a las chicas su pesar porque temía verse obligado al cierre.
«Fue justo antes de un partido crucial», cuenta por teléfono Beita Fernández, madrileña de 30 años y capitana. Una hora y media más tarde cayeron 6-1 ante el Italcave Real Statte. «Pensé que no podía ser verdad. Nos contó que había una amenaza y se empezó a hablar de la mafia».
El municipio de Locri, de poco más de 12.000 habitantes, se encuentra en la región de Calabria, cuna de la poderosa 'Ndrangheta, una red mafiosa que abarca infinitos sectores de la sociedad y la economía, sobre todo al sur de Italia. Sin embargo, la reacción del entrenador, el también español Willy Lapuente, fue la misma que la de la jugadora: «Pensé que nos estaban tomando el pelo». El técnico explica desde Locri: «El día de Nochebuena, estando de vacaciones en España, recibo una llamada en la que me dicen que van a cerrar el equipo y que no vuelva. Ni siquiera querían que recogiera mis cosas, pensaban mandármelas por correo».
Repercusión nacional del caso
El caso saltó a los medios nacionales italianos, el Sporting inició una campaña defendiendo su «dignidad», diversas personalidades condenaron «los actos vergonzosos» y los cuerpos de seguridad del Estado iniciaron la investigación del caso.
Semanas después aún no han encontrado ninguna pista, lo que tampoco es ninguna novedad si realmente se trata de un caso de mafia. Sin embargo, la precipitación de la directiva y el hecho de que las integrantes del club que se encontraban de vacaciones no tuvieran el billete de vuelta -como suele ser habitual- descolocan al plantel del equipo.
«Hay cosas muy extrañas. Llevo seis años seguidos en Italia y he visto de todo, pero nunca nada así», afirma Lapuente, que interpreta: «Pienso que a los dirigentes se les acabó el dinero o querían deshacerse del club y han montado toda esta publicidad para quitarse de en medio, pero lo que no se esperaban que hubiera tanta repercusión».
Según transmiten entrenador y capitana, es el sentir general de las futbolistas, que viven todas juntas en un hotel -confiscado hace años, curiosamente, a la mafia- ubicado a unos metros del pabellón al que ahora acuden escoltadas. El técnico, y también representante de jugadoras, apadrina tanto a Beita como a María Soto yLioba Bazán, las tres españolas, explica que las chicas «lo que quieren ahora es jugar y olvidar estas historias de mafia y amenazas».
El Sporting volverá a jugar tras el escándalo
Este domingo, por primera vez desde que estalló el escándalo, el Sporting vuelve a la pista, frente al Lazio. Nunca un partido levantó tanta expectación: acudirán las cámara de la Rai, medio centenar de representantes de la Federación Italiana y se llenará la grada con 1.000 espectadores.
Para garantizar que el choque se dispute, el alcalde de Locri ha implicado a un grupo de inversores que se hacen cargo del Sporting al menos hasta final de temporada. El presidente, preguntado por EL MUNDO, señala que él es el primero que lamenta desprenderse de un club que fundó hace cinco años.
«Lo importante es que nos jugamos clasificarnos para la Copa», subraya Beita, ajena al resto de interferencias. «Da bastante rabia porque lo que ganamos aquí no es demasiado», remarca la estrella del equipo, que pasó de ganar 400 euros en el Atlético a mileurista en Italia.
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