viernes, 25 de abril de 2014

Panzeri nunca muere

Panzeri nunca muere

Panzeri nunca muere Por Simon Klemperer. Ayer, 21 de abril, se cumplieron 36 años de la muerte de Dante Panzeri. Aquí van, oportunamente, algunas libres conjeturas y algunas frases maestras del ácido periodista.
Si uno escribe Dante Panzeri en la alerta de Google para recibir todas las noticias relacionadas, puede encontrar en su casilla, mínimo diez noticias semanales.  De esas diez, todas hablan sobre algún partido de la última fecha donde el resultado no fue el esperado, donde ganó el más débil, por ejemplo, o sobre un partido donde un equipo dio vuelta el marcador en los últimos 5 minutos, utilizando siempre “la dinámica de lo impensado” como frase comodín. Dante Panzeri resulta ser, parafraseando a Roberto Parrotino, el autor más citado y el menos leído. “La dinámica de lo impensado” como muletilla para explicar todo aquello para lo que no tenemos explicación, para lo que no tenemos palabras, todo aquello que no estaba en los planes.
Desde las noticias que llegan con la alerta del Google, Panzeri hablaba, parece ser, sobre ese segundo en la vida en que la pelota pega en el palo y no sabemos si va a ser palo adentro o palo a fuera. Pues, vale aclarar, la cosa no es así. Es cierto que habla de la casualidad como variable permanente frente al supuesto control total de las situaciones en la vida moderna. De lo incontrolable. De ese palo que marca la infinita línea entre el éxito y el fracaso, entre el triunfo y la derrota. De esa casualidad diminuta que determina el destino. De ese hecho que a cada instante deja a la causalidad fuera de juego. De ese azar que prima, finalmente, sobre nuestro conocimiento y el dominio de la naturaleza. De esa fuerza inexplicable que tira por la borda nuestra prepotencia actual, moderna, tecnológica, científica y omnipotente. Sin embargo, lejos de pensar en esa línea delgada y casual entre el oro o la nada, Panzeri piensa, creo, o da para pensar sobre el valor de ese oro, sobre el valor de ese triunfo. A partir de Panzeri se puede cuestionar ese triste y asumido afán por ganar. El afán por progresar, por ir hacia adelante sin saber qué hay más allá.
El pensamiento panzeriano excede ampliamente el tiro al palo. Cuestiona el triunfo en sí mismo y hace visible todo aquello que la necesidad del mismo produce. Sin embargo el afán de victoria no es monopolio del fútbol, la victoria ronda todos los ámbitos de la vida y determina los comportamientos. Dante Panzeri es recordado por la gran mayoría de los que a veces lo recuerdan, que no son muchos pero son suficientes, como un periodista liberal y gorila. Sin embargo, Panzeri fue un francotirador frente a la institución, sea la que sea, fuese lo que fuese lo instituido o por instituir.
Ayer, 21 de abril, se cumplieron 36 años de la muerte de Panzeri, si es que murió claro está, y 36 años en los que faltan pensadores que, desde el deporte, sepan, puedan y quieran, cuestionar esas instituciones. Cada año que pasa se nota más cómo nos acostumbramos a todo y hacemos caso omiso de todas las atrocidades instituidas.
Desde la humilde e intrascendente opinión del cronista, que soy yo, el fútbol es para Dante un moribundo que nos hace hablar de otras cosas. Aunque habla desde el fútbol, y esa es su gran virtud. No es un académico que retuerce su lenguaje hasta que lo entiendan unos pocos, ni lo encripta en clave política o académica, habla de cultura y sociedad siempre con un pie adentro de la cancha, sin dejar de imaginar un balón rodando en el verde rectángulo y la disputa por el mismo. De cómo se libra esa disputa.
Panzeri no piensa desde abstracciones, como hacemos los sociólogos cuando, malpensando el deporte y su estudio, trasladamos mecánicamente conceptos sociológicos al mundo del fútbol y nos podemos pedantes y retorcidos con los rituales urbanos de  tribus pseudopaganas, por decir algo. No, justamente la fortaleza de Panzeri estaba, o está, en pensar la sociedad sin caer en academicismos y abstracciones innecesarias sino, en poder ser crítico y complejo y hablar, siempre de fútbol, y no de sociología. Sin embargo aunque Panzeri, en cada pensamiento tuviera siempre un pie dentro de la cancha, para el cronista, que sigo siendo yo, es cada vez más difícil pensar en fútbol cuando habla de Panzeri y en su lugar piensa, siempre y sin descanso, en las instituciones que tejen y fortalecen, día a día, su dominio sobre cualquier ámbito. La dinámica de lo impensado se torna todo aquello necesario para sortear los obstáculos que toda institución genera.
Cada ser humano al despertarse, cada mañana de su vida, sale de su casa para sumergirse en una institución. La escuela, la fábrica, la empresa, la oficina, la cárcel, el psiquiátrico, la academia, el canal de televisión o, la cancha de fútbol. Reglas, siempre reglas. Pocos las deciden y muchos las obedecen. Panzeri ve al hombre futbolista convertirse, día a día, en un ser dócil y triste, como cada uno de nosotros cada minuto de nuestra vida que pasamos sin poder hacer lo que nos gusta.  El drama de la alienación. Tan fundamental y trillado es lo que acabo de decir, que optamos por no pensarlo más, nunca más. La realidad se torna insoportable si se piensa de esa forma, y así la pensaba Dante, incansable y gruñón francotirador. Por eso era, o es, insoportable.
“El fútbol será siempre antiguo. Porque no es ciencia que pueda enseñarse. Es imprevisto. Es improvisación. Tiene que ser improvisación. Aunque la palabra no guste a la "organización", ni al "orden"… Lo que ocurre en la cancha... lo organizan las circunstancias y lo decide el imprevisto”. (Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967)*
Se lo suele recordar como un hombre honesto, y también, como un “liberal”, “gorila” y “anticomunista”. Una crítica cultural aborrecida y ninguneada por los líderes de los grandes movimientos de masas, y por la entelequia de los pensamientos posibles. Un supuesto liberal que desde el periodismo deportivo disparó contra el culturismo y la chantocracia. Un supuesto gorila que disparó contra el derroche del Estado y contra el patrioterismo barato de los grandes triunfos y las intocables banderas.
Panzeri tocaba, o toca, las fibras sensibles de las creencias populares y burguesas. Ni la empresa ni el Estado son opciones si hay choreo. A cada frase hace explotar el pensamiento esencialista. Siempre pensamiento ético más allá de los colores y las banderas. El Estado no es ni bueno ni malo en sí mismo, no se legitima como concepto abstracto o ideal, simplemente cobra existencia como institución, sea dominante o libertaria, vertical u horizontal, popular o populista. Panzeri no se casó ideológicamente con nadie, lo que no debería significar necesariamente una falta de compromiso. Él tenía, dicen, una frase escrita en su escritorio que decía “un periodista no puede tener amigos”. No omitía la crítica según quien fuera el destinatario. Se trataba de pensar, no de creer, aunque creía. Al final de su carrera dijo, “yo no escribo donde quiero pero nunca escribo lo que no quiero”.
El comportamiento dentro de una cancha de fútbol deviene normado. La disciplina se torna un valor y los valores se tornan obedientes, cual oficina, cual industria, cual periódico, cual casa de gobierno. La obediencia como pilar fundamental de la sociedad. Todo eso se puede interpretar de un supuesto liberal, gorila y anticomunista.
“El fútbol... para ser serio tiene que ser juego. Y si es juego, es espontaneidad. Y si es espontaneidad, no se puede organizar”. (Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967)
El fútbol es para atorrantes y la disciplina, siempre carcelaria, siempre proselitista, nos obliga a ganar y portarnos bien. Cuarenta años después de Dante vemos diariamente un fútbol triste, repleto de futbolistas que carecen de la capacidad de disfrutar, futbolistas que se tiran al piso fingiendo penal y pidiendo amarilla, ansiando ese triste uno a cero que les asegure la permanencia. ¿Pero la permanencia dónde? Fuera de la cancha escuchamos periodistas pidiendo cabezas, vemos dirigentes cambiando entrenadores semanalmente, hinchadas odiando a sus propios equipos.
“No puede seducir lo que carece de alegría. El fútbol ha matado su alegría para dar paso a la afirmación de su "seriedad" e importancia comercial. No puede sonreír quien está angustiado; no puede hacer sonreír a otros quien no está en estado de ánimo de sonreír, puesto que lo absorbe la angustia...” (Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967)
Esa disciplina, ese ordenamiento, ese cálculo, esos billetes, esos miedos, esos aprietes, son parte de eso que fue juego y ya no es. “Aburrirse es besar la muerte”.
“Hay en el fútbol, una aguda embriaguez cultural comercial, que además de haber intentado organizar la espontaneidad ha instalado una masiva psicosis de la disciplina como factor preeminente a la propia capacidad humana para darle destino a una pelota de fútbol”. (Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967)
Panzeri no detestaba, tanto como decía, a los Directores Técnicos, digo yo, detestaba sí, la figura del DT predominante que decía hacer un “fútbol moderno”. Criticaba, no tanto al DT como a la modernidad que le daba vida y al progresismo que dotaba de fórmulas exitosas su discurso.
“Al compás de la angustia que se incrementa en el ánimo viviente del hombre llamado "actual", el futbolista paralelo a ese hombre angustiado ha ido jugando de menos en menos, para durar de más en más como rentado. El fútbol siguió siendo uno solo: bien o mal jugado”. (Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967)
El DT como la alegoría o la caricatura de la prepotencia de las sociedades, de la supuesta capacidad de controlarlo todo. De la razón que nos libera de la superstición tornándose deidad absoluta. Panzeri es, desde el verde pasto, esa crítica a la modernidad que hoy despreciamos. Que hoy desechamos como pensamientos de otra época, donde otro mundo era posible. Hueso duro de roer, claro está, Panzeri aparece como un conservador, y puede ser. “Cuando el progreso es reaccionario la reacción es progresista”.
Finalmente, más allá del Dante que imagino, haya o no sido así, es un personaje que nos sirve para leer la historia argentina, para interrogarnos, hacernos dudar o fortalecernos en la idea. Un tipo respetado por su honestidad y abandonado por lo mismo. Y así, murió Dante, consecuente y un poco en soledad, 47 días antes del Mundial del 78, en el cual, de haber vivido, no habría gritado ningún gol.

* Fútbol. Dinámica de lo impensado, de 1967 fue reeditado en 2012

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