sábado, 19 de abril de 2014

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Hoeness y su 'dopaje fiscal' entran en la historia más oscura del deporte alemán

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Uli Hoeness, toda una leyenda futbolística en Alemania, puede estar seguro de que ha dejado huella en su país. Pero no sólo por sus goles cuando era delantero de la selección de la República Federal de Alemania en los años 70, ni por haber conquistado el Mundial-1974, ni por su excelsa gestión del Bayern Múnich, el club donde entrena Pep Guardiola y que ha presidido hasta hace unos días. Y es que a la Hacienda pública teutona, Hoeness dejó de pagarle casi 30 millones de euros en impuestos, algo que le llevará directamente a la cárcel.
Su caso ha causado conmoción, y hasta el Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los periódicos más serios del país, reconocía que “el juicio de este directivo del mundo del fútbol ha desplazado la atención de los titulares de la crisis en Crimea”. Según se leía en páginas de este diario, el juicio a Hoeness ha sido el que ha causado mayor “sensación en las últimas décadas”. Con el mediático juicio de Hoeness, parece caer en desgracia otra figura del deporte alemán de los años 70..
Dopaje a ambos lados del muro
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Investigadores de dos universidades han confirmado que en la RFA también se incurría en prácticas dopantes.
Tras el ocaso comunista, algunos campeones de la RDA siguieron compitiendo con éxito, como el aún hoy popular en toda Alemania Henry Maske, boxeador y también oro olímpico en Seúl 1988. Llevó el cinturón de campeón de la Federación Internacional de Boxeo en su categoría, los semipesados, entre 1993 y 1996. Aun así, lo cierto es que el dopaje sistemático en la RDA ha empañado muchos éxitos de deportistas alemanes. Sin embargo, en la RFA también se incurría en prácticas dopantes, tal y como revelaron el pasado verano investigadores de la Universidad Humboldt de Berlín y de la Universidad de Münster con un imponente dossier de casi 1.000 páginas.
Franz Beckenbauer, otra gloria futbolística que pasó por el Bayern Múnich, señaló al respecto el año pasado que, en la década de los setenta, no se sabía “lo que era el dopaje”, pues “la palabra ni siquiera existía”. El fraude fiscal, sin embargo, es un delito tan antiguo como las haciendas de los países, circunstancia que habrá contribuido a que Hoeness se haya quedado sin defensa ante los jueces. A estas alturas, tiene asumido que su “dopaje fiscal” –si se puede llamar así su condena por evasión de 27,5 millones de euros en impuestos– le llevará a la cárcel. Le han caído tres años y medio de prisión por incurrir en una variante de ese mal que aún persigue a muchos en el mundo del deporte y que consiste en hacer trampas.

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