miércoles, 15 de octubre de 2014

FÚTBOL Así se amaña un partido

A la caza del 'runner'

  • Las investigaciones del profesor de Derecho Penal José Manuel Ríos Corbacho dan luz sobre la mecánica de los sobornos en el fútbol

  • El 'runner', también llamado 'recadero', es la pieza clave para el contacto

  • Se trata de un jugador en activo o retirado

  • Las mafias relacionadas con las apuestas añaden las amenazas al móvil económico

SANTIAGO SEQUEIROS
Para descubrir un amaño hay que seguir la pista del runner, como se conoce en el argot a la pieza clave de un proceso que responde a mecánicas comunes en los países donde son más habituales. El móvil, sin embargo, puede cambiar en función de la intervención de las mafias y pasar del provecho deportivo y económico a la coacción. Son las conclusiones a las que ha llegado José Manuel Ríos Corbacho, profesor titular de Derecho Penal de la Universidad de Cádiz y subdirector de la revista 'Fair Play', editada por la Univeridad Pompeu Fabra, tras la investigación de los amaños llevados a cabo en diferentes países, entre ellos España.
El manual del amaño empieza, pues, en la captación del runner, o «recadero». «Es siempre un jugador o ex jugador. Si ya no está en activo, debe ser alguien que goce de la confianza para contactar con los candidatos a sobornar, y de la suficiente proximidad para no despertar sospechas si ese contacto es personal», explica Ríos Corbacho. «El crimen organizado, especialmente las mafias asiáticas, los captan en Europa y para utilizarlos se valen de dos vías: el premio económico o la amenaza. En el segundo supuesto, suelen amenazar a sus familias», prosigue.
'Portero y centrales son los objetivos', según el penalista Ríos Corbacho
Esa práctica se ha producido, en opinión del penalista, en las ligas de Centroeuropa y en el entorno de la Premier, donde los volúmenes de apuestas son astronómicos, pero no se ha detectado que haya ocurrido en España. En nuestro país los amaños han estado, por ahora, generalmente vinculados a la promoción deportiva, los ascensos o la permanencia en la categoría. Salvo algunos episodios puntuales, los sistemas de alerta que poseen las casas de apuestas legales y cuya información facilitan a las organizaciones deportivas, no han registrado grandes incidencias en nuestro país, según fuentes de la firma Betfair.
«En España, el runner es un ex compañero de los jugadores a los que se pretende sobornar -prosigue Ríos Corbacho-. Es llamado por el directivo o presidente que está dispuesto a comprar un partido, a primar a unos rivales por perder, y le pide que haga un contacto con los futbolistas con los que compartió vestuario en ése u otros equipos. Es de suponer que tiene un alto nivel de confianza. Es lo que sucedió con Enrique Ortiz [ex presidente del Levante] y Tote, por ejemplo, y es de lo que supuestamente podría acusarse a Agapito Iglesias una vez concluida la fase de instrucción del caso Levante-Zaragoza».
Cuando sucedió el primero de los episodios, no había sido todavía tipificado como delito el fraude deportivo, y además las escuchas habían sido tomadas en el marco de otro proceso.

Pocos implicados

El profesor de Derecho Penal deduce, de los casos estudiados, que «la oferta de soborno generalmente no se hace extensiva a más de tres o cuatro futbolistas, a lo sumo». «Cuanto mayor sea el número, mayor el riesgo de ser descubierto. Lo normal es incluir a los porteros, los centrales o los mediocentros entre los tocados, pero a veces se extiende también a algún delantero. Los pactos suelen ser para acciones concretas, como penaltis», añade. En el intento de compra del Deportivo por parte del Zaragoza, en la temporada 2009-10, la oferta que llegó al vestuario de Miguel Ángel Lotina fue de 200.000 euros, a repartir entre el portero, los centrales y el mediocentro, según publicó este periódico. Fue denunciada y rechazada.
'Los pactos suelen ser también para realizar acciones concretas, como penaltis'
A pesar de todos estos pasos detallados, «hay que aseverar que amañar un partido es francamente difícil, debido a las situaciones imprevistas de un partido», matiza Ríos Corbacho, que define tres objetivos: «cómo lograr el resultado prometido, cómo asegurarse de que no exista sobre ningún miembro de la trama sombra de sospecha, y cómo realizar el juego lo suficientemente mal como para perder el partido sin poner en peligro el puesto del equipo».
Ríos Corbacho no implica en esta mecánica habitual a la directiva de los jugadores receptores del soborno, únicamente a la que pone en marcha la iniciativa. «Por ejemplo, en el Levante-Zaragoza judicializado, todo indica que los dirigentes del equipo valenciano eran ajenos a la trama, desarrollada por sus jugadores. Son también damnificados, dado el perjuicio causado a su imagen», concluye el jurista, expectante por saber si el primer caso judicializado, actualmente en la Fiscalía Anticorrupción, acabará en condenas.
Los pagos se realizan siempre en metálico, y en la mayoría de ocasiones, a cargo del runner.

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