domingo, 30 de noviembre de 2014

Un domingo negro

El Atlético vence al Deportivo (2-0) en un encuentro que de inicio invitaba a la fiesta y acabó como un funeral

Postiga y Mandzukic disputan un balón aéreo. / SUSANA VERA (REUTERS)
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Un domingo negro. Repulsivo. Afloró lo peor del fútbol que representa esa radicalidad violenta que lo mancha cada jornada con su presencia consentida por los todos los estamentos. La manga ancha con la que se admite la presencia de ultras radicales en la mayoría de los estadios del fútbol español se convirtió a las nueve de la mañana en un brazo asesino. Palos, navajas, botellas, barras de acero... El fútbol convertido en una batalla campal previa.
Que más da que jugara Saúl en vez de Mario y marcara, que Víctor Fernández alineara cinco defensas o que Mandzukic rematara al palo mucho antes de que Arda hiciera un gol de rebote. Nada tiene sentido con hechos tan inhumanos de por medio. El hombre es otra cosa y el fútbol también debería serlo para acabar con tanto indeseable en sus recintos.
Aficionados del Deportivo en el Calderón. / SUSANA VERA (REUTERS)
Una pelea concertada en las redes sociales en nombre de no se sabe qué con la excusa de un partido. ¿Extrema derecha contra extrema izquierda en pleno siglo XXI? Extrema mierda. Un juego cuyo horario se había establecido a las 12 de la mañana se convirtió en un funeral. Un domingo familiar virado a un domingo sangriento para no olvidar, pero sí para actuar de una vez por todas contra tanto indeseable. Se llenó el Calderón, pero hubo intervalos de tiempo en el que reinó en el ambiente un silencio abochornado de dudas, de entre seguir el juego y jalearlo y callar.

ATLÉTICO, 2 - DEPORTIVO, 0

Atlético: Moyá; Juanfran, Giménez, Godín, Ansaldi; Tiago; Arda Turan, Koke, Saúl (Cristian Rodríguez, m. 66), Griezmann (Cerci, m. 74); y Mandzukic (Raúl Jiménez, m. 58).
Deportivo: Fabricio; Juanfran (Laure, m. 16), Diakité, Sidnei, Insua, Luisinho; José Rodríguez, Wilk, Medunjanín (Cuenca, m. 63); Cavaleiro (Toché, m. 77) y Hélder Postiga.
Goles: 1-0, m. 43: Saúl remate una falta lanzada por Koke. 2-0, m. 55: Arda Turan, desde el borde del área tras un rechace en un saque de esquina.
Arbitro: José Antonio Teixeira Vitienes (C. Cántabro). Amonestó a los locales Mandzukic (m. 33) y Giménez (m. 39) y a los visitantes Juanfran (m. 13) e Insua (m. 40).
45.000 espectadores en el Vicente Calderón.
La hora del partido invitaba a que los niños acudieran de la mano de sus padres a un simple partido de fútbol. Algunas de esas criaturas caminaban asustadas hacia el estadio mientras sus progenitores miraban desconfiados hacia los lados. Esa infancia desconcertada tuvo que escuchar el grito de “asesinos, asesinos” que salió del esquinazo que ocupaban los seguidores del Deportivo nada más comenzar el encuentro, que nunca debió disputarse. No se debe desviar el foco, porque los hechos han acaecido en España, pero sí cabe recordar lo que la permisividad para con los violentos ha generado en países como Argentina. Allí, pocos padres se atreven a llevar al fútbol a sus hijos a determinados estadios. Aquí todavía no sucede eso, pero las semillas están ahí y tienen brotes trágicos como el acontecido. Ni la mayoría de los clubes, ni las instituciones deportivas y policiales han sido capaces de acabar con esa foco de infección violento. Solo Florentino Pérez y Joan Laporta se han atrevido con esas turbas violentas sacándolas de un espectáculo del que no son ni merecedoras ni bienvenidas.
La respuesta a tanta sinrazón vino de una mayoría que ocupó sus asientos con la brutalidad acaecida aún fresca en sus pensamientos. Cuando desde el fondo sur del Calderón comenzaron los cánticos de apoyo al equipo, parte de los seguidores rojiblancos comenzaron a silbar en señal de protesta. Tampoco saludó Simeone la primera vez que su nombre fue coreado desde el fondo sur. Sí lo hizo en el segundo tiempo. Debería haberse ahorrado ese gesto, como realzarse el que hicieron dos seguidores, cada uno de un equipo al intercambiarse las bufandas en medio del partido cuando comenzaban insultos de un lado y otro.
Ganó el Atlético, ¿pero a quién le importa?

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