domingo, 30 de octubre de 2016

EL CHE CHOLO

EL HACHA

Hombres

Simeone, que ha llegado a la cima del Everest a pulso, a pleno pulmón, no para de subir peldaños hacia el triunfo, pero nunca se olvida de seguir escalando hacia la humildad

<p>Cholo Simeone.</p>
Cholo Simeone.
LUIS GRAÑENA

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“Cada vez que subas un escalón de triunfo, sube dos de humildad”. Simeone fue elegido, otra vez, mejor entrenador de la Liga. Subió al estrado, recogió el galardón y, amén de compartirlo con su familia y sus seres queridos, quiso agradecer al club el respaldo y al resto del cuerpo técnico, su contribución en el éxito del colectivo. Después, por enésima ocasión, no dejó pasar la oportunidad de transmitir al público, al presente y al que estaba siguiendo la gala en sus casas, que entiende la vida como un motor de superación y que, en esa lucha diaria por mejorarse a uno mismo, concede a su tropa el valor extraordinario que tiene: “Quiero contarles a todos que soy un afortunado. Cuando llegué al banquillo del Atlético de Madrid me encontré con un grupo de hombres que superan al jugador de fútbol. Y cuando un entrenador tiene esa suerte, simplemente tiene que dar gracias a los jugadores que tiene”.  Un discurso directo, corto y en vena. Pura emotividad.
Hasta la fecha, Simeone se ha revelado entrenador ganador, modelador de conductas y autoridad moral número uno para la hinchada. Su fuerza, ganarse la adhesión de los aficionados y el respeto del vestuario. Sus armas, marca de la casa: un carácter forjado en la resistencia, una personalidad digna del mejor manual de autoayuda, una condición de líder de grupos y una cualidad extraordinaria, vivir convencido de que la dificultad es la mejor escuela para vivir la vida. Simeone, que ha llegado a la cima del Everest a pulso, a pleno pulmón, no para de subir peldaños hacia el triunfo, pero nunca se olvida de seguir escalando hacia la humildad. De ahí su reconocimiento a sus hombres. Si hay grupo, hay familia. Y si hay familia, hay equipo. En el campo, el secreto pasa por potenciar las virtudes del jugador y esconder sus defectos. Fuera de él, ese efecto se multiplica.
El Cholo habló de hombres. De tipos cuyo compromiso con la camiseta y con la institución son directamente proporcionales a sus valores como personas. El futbolista es importante, pero el hombre debajo de la camiseta lo es mucho más. El verdadero éxito está mucho más allá de la victoria. La categoría humana del grupo de Simeone no aparece en los periódicos, no es objeto de tertulias y tampoco es motivo de grandes reportajes. El vestuario es un espacio sagrado donde conviven sueños y esfuerzos, donde se alimenta la competencia interna desde el respeto máximo por el compañero, pero también, entre sudor y linimento, es el lugar donde convive un grupo de hombres que lucha por progresar, formarse y crecer. El vestuario conforma el centro neurálgico del equipo, pero, además, es el núcleo vital de diferentes personalidades y voluntades que convergen en un interés común. Si el grupo está unido, hay familia. Y si la familia está unida, el equipo es mejor. Individuo y equipo se retroalimentan. El grupo crece, el hombre se potencia.
A la esfera privada del equipo, como debe ser, pertenecen episodios de máxima intimidad. Pequeños secretos de sumario, jamás revelados, de quienes conviven y saltan al campo, como reza el himno, luchando como hermanos, defendiendo sus colores. Grandezas, miedos, dificultades, tensiones, egos, alegrías y decepciones. Risas y lágrimas. Bienestar y dolor. No hay una regla escrita que fusione la voluntad o el compromiso del hombre, pero sí un vínculo estrechamente delimitado: si al equipo le va bien, al hombre le va mejor. Ambos crecen juntos. Simeone habló de hombres que superan al jugador. De tipos que, más allá de ganar dinero y disfrutar con su profesión, incluso de estar socialmente admitidos y reconocidos, están resueltos a llenarse de equilibrio, con valores como la empatía, la resistencia o la solidaridad. Características propias de un hombres que, sin darse cuenta, están preparándose para experiencias transferibles a otros ámbitos de la vida, como el trabajo en equipo, la asunción de los errores, la toma de decisiones y por supuesto, la superación de las dificultades.
Sin duda, Simeone es un afortunado. Dirige un grupo de hombres que ríen y lloran juntos. Un colectivo de tipos dispuestos a darle lo mejor de sí mismos, dentro y fuera del campo. De hombres que son plenamente conscientes de a quién representan y qué defienden. De individuos que no sólo están viviendo el mejor momento de sus carreras deportivas, sino que están convencidos de que están viviendo el mejor momento de sus vidas. No hay título, partido o victoria más importante que esa sensación. Ese es el secreto del Atlético. Hombres que sobrepasan al simple futbolista.

AUTOR

  • Rubén Uría

    Periodista. Articulista de Eurosport, colaborador en Carrusel Deportivo de la Cadena SER y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas de TVE. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 55.000 seguidores.

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