martes, 4 de octubre de 2016


El genuino 'Hombre G'

Gabi, que nunca ha sido uno de los jugadores más mediáticos del Atlético, que nunca reclama la atención que su rendimiento y trayectoria merecen, es el futbolista más importante del equipo

<p>El centrocampista del Atlético de Madrid, Gabi Fernández.</p>
El centrocampista del Atlético de Madrid, Gabi Fernández.
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Gabriel Fernández Arenas ha vestido la camiseta del Atlético de Madrid tantas veces como José Eulogio Gárate, uno de los mayores mitos de la historia rojiblanca. Fácil de decir, difícil de hacer. Lo ha logrado siendo fiel a su estilo: poco ruido, muchas nueces. Pocos tributos, muchos méritos. Gabi, que nunca ha sido uno de los jugadores más mediáticos del Atlético, que siempre suele pasar desapercibido y que nunca reclama la atención que su rendimiento y trayectoria merecen, es el futbolista más importante del equipo. En el equipo de la fuerza G, no hay letra más trascendente para la máquina de competir de Simeone: ni Griezmann como principito del gol, ni Gameiro con sus cohetes a la contra, ni Giménez con su potencia, ni Gaitán con su visión de juego, ni siquiera Godín con su rol de infatigable cacique del área. Gabi es elHombre G con más ascendiente del Atlético. Es la letra más determinante del comando G, tan de moda en círculos periodísticos, y también la consonante con más influencia y peso específico en el resto del alfabeto colchonero. Es el genuino Hombre G.

El capitán está donde quiere estar y pertenece al lugar al que siempre soñó pertenecer. Nadie le habría reprochado buscar un último gran contrato en otro país, con menos exigencia y mejor sueldo, pero él no quiso porque, como Ulises, es feliz en Ítaca. Su piel está en el sur de la ciudad, a la orilla del río y pegado al cinturón de la M-30. Así que reforzó su compromiso con el Atlético, se quedó en casa y apretó los dientes para superarse. Misión cumplida: su armadura, una mentalidad ganadora; su carrocería, una preparación física espartana; su escudo, una obstinación envidiable; y su espada, un amor incondicional por el Atlético. No hay título más preciado que la fidelidad y el compromiso. En el vestuario, eso cala hasta el tuétano. En el banquillo, potencia a cualquier proyecto. Gabi es la resultante de una ecuación no escrita: retroceder nunca, rendirse jamás.
Al más atlético de todos los atléticos le adornan virtudes poco estéticas, pero muy éticas: regularidad, resiliencia, liderazgo, entusiasmo, esfuerzo y ardor guerrero. Gabi muere en cada balón dividido y resucita en cada latido del Calderón. Es el hombre por delante del nombre, el referente del compañero, el capitán necesario, el tipo que consigue que una afición sienta orgullo al verse representada por él. El Manzanares, experto en haber visto muchos cuerpos y pocas almas, sabe que la del 14 no tiene precio. Su estampa es la fotografía de cabecera de todo cholista que se precie de querer serlo: entrega, esfuerzo y sacrificio. Valores de equipo, no de figuritas de mazapán. Su historia, como la de todo atlético, nunca fue fácil. Todo le costó el doble que a los demás. Tuvo que rebelarse contra la opinión de quienes creían que no valía para el primer equipo, necesitó crecer en un exilio forzoso para reivindicarse, desechó ofertas para volver a casa y cuando regresó para derribar la puerta grande, mostró que vive enamorado de la camiseta que defiende.

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