sábado, 1 de octubre de 2016

La Peineta: el pelotazo olímpico apunta a ratonera

El colapso parece inevitable. Cuando iba a ser el estadio de los Juegos, las administraciones presupuestaron 205 millones en más metro, cercanías y conexiones con la M-40. Ahora, recibirá menos del 10%, y solo pondrá dinero el Ayuntamiento
TOMÁS LÓPEZ MORALES

<p>Vista aérea de La Peineta, el 7 de marzo de 2016</p>
Vista aérea de La Peineta, el 7 de marzo de 2016
CLUB ATLÉTICO DE MADRID
28 DE SEPTIEMBRE DE 2016
El fútbol no tiene memoria; las ciudades, sí. Cuando dentro de alrededor de un año se termine el nuevo Estadio del Atlético de Madrid, La Peineta, culminará un proyecto que empezó a mediados de la pasada década, y que tenía muy poco que ver con el fútbol y mucho con un modelo concreto de ciudad. Entonces, allá por 2004, La Peineta no era un estadio de fútbol, era el embrión del futuro estadio olímpico de Madrid. Y la diferencia es mucho más importante de lo que parece.
Los que más lo van a notar son los hasta 67.000 aficionados que acudan al Estadio, y no sólo en los primeros partidos tras la mudanza. Pinchado el globo de los Juegos, La Peineta apunta de forma inexorable a ratonera. 
Esta historia empieza en otra ciudad. Madrid 2004 es muy distinta a Madrid 2016. Es más dinámica, más ambiciosa, tiene hasta un punto hortera de nuevo rico. Es el Madrid que cree que Miguel Blesa es un gran gestor, y Rodrigo Rato, un excelente político. Gobierna la ciudad Alberto Ruiz-Gallardón, ambicioso, listo y con una determinación a la que acompañaban mayorías absolutas inquebrantables y una oposición de izquierdas que en unas ocasiones sestea, adormecida por las formas suaves del alcalde, y en otras se pelea consigo misma. 
El sueño de Gallardón, un político obsesionado con su legado, era el Madrid olímpico, y en él embarcó a la Comunidad de Madrid y al Estado. El estadio de los Juegos sería La Peineta, que posteriormente se reutilizaría como sede permanente del Atlético de Madrid.
Así que La Peineta, en uso hasta entonces --el Atleti jugó allí una Supercopa con el Barcelona--, se cierra para comenzar a trabajar en una ambiciosa remodelación. ¿Le interesa mucho a Gallardón dónde juegue el Atlético de Madrid? No, pero le han dicho que el COI valora especialmente que las sedes olímpicas tengan un uso posterior claro (luego aprenderemos que es falso, pero eso es otra historia) y necesita un huésped de buen ver para cuando se apague el pebetero olímpico.
EN 2004, EL LADRILLO ES EL REY. A LA CONSTRUCTORA FCC LE ENCANTA LA IDEA. A CAMBIO DEL PELOTAZO INMOBILIARIO: 2.000 VIVIENDAS, NINGUNA PROTEGIDA.
Además, si el Atlético se va del Calderón, el Calderón, adyacente al proyecto de Madrid Río, se tirará abajo, como la cercana fábrica de Mahou, y allí brotarían pisos y pisos en la almendra central de Madrid, en el llamado Pasillo Verde. En 2004, el ladrillo es el rey. A la constructora FCC le encanta la idea. Todos contentos: Gallardón tiene su estadio olímpico, el Atlético un nuevo campo y FCC lo paga todo… A cambio del pelotazo inmobiliario junto al Manzanares: 2.000 viviendas, ninguna protegida. 
Gallardón articula toda la operación al detalle, aunque derribar el Calderón ya era una vieja idea de Jesús Gil y Gil, que había llegado a la presidencia del Club en 1987 y que pilotó (ilegalmente, como sentenció la Audiencia Nacional, si bien posteriormente el Supremo prescribió el delito) su transformación en Sociedad Anónima Deportiva. 
Gil muere en mayo de 2004. Enrique Cerezo, productor de cine con unos excelentes contactos políticos de los que carecía el alcalde de Marbella y dueño de Imperioso, le había sucedido en el cargo un año antes. Cerezo sigue 12 años después presidiendo el Atlético, pero de todo aquello ya no queda ni el alcalde Gallardón ni las 2.000 viviendas: la faraónica Operación Mahou-Calderón fue dos veces anulada (en su versión original y en la retocada por la alcaldía de Ana Botella) por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. 
Así que el Ayuntamiento de Manuela Carmena, al que más allá de la situación judicial no gustaba nada la solución Mahou-Calderón, desarrolló un nuevo Plan Urbanístico para la zona del viejo estadio en el que la edificabilidad se reduce un 16%. FCC tampoco juega ya un papel relevante: se desvinculó del proyecto cuando estalló la burbuja inmobiliaria y dejaron de salirle las cuentas. Ahora simplemente, explican desde la compañía, construyen el nuevo estadio “para un cliente más”, el club. Sí, avanza el traslado del Atlético, nunca consultado con sus socios, y sus previsibles problemas de movilidad. Y un compromiso municipal de difícil cumplimiento: la mudanza debe ser una realidad en agosto de 2017, cuando empiece la próxima Liga. 
Urbanismo tira balones fuera
En 2004, José Manuel Calvo tenía 19 años. Hoy, como delegado de Desarrollo Urbano Sostenible, es el máximo responsable del Urbanismo en Madrid. La movilidad no es su competencia, pero sí debe cumplir el compromiso adquirido con el club: en agosto de 2017 el estadio estará listo. ¿Podrá cumplirlo? 
En la última comisión de su área, Calvo prefirió tirar balones fuera. El Ayuntamiento, vino a decir, está haciendo su trabajo, pero la Comunidad es la que tiene que dar un paso previo imprescindible: aprobar el cambio de titularidad del edificio, diseñado por el estudio de arquitectura Cruz y Ortiz, de público a privado. 
EL PLENO DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID TIENE QUE APROBAR ESE CAMBIO DE TITULARIDAD, LO QUE NO SUCEDERÁ ANTES DE FINALES DE OCTUBRE
Fuentes del Ejecutivo de Cristina Cifuentes matizan: primero tiene que aprobar ese cambio de titularidad el Pleno del Ayuntamiento de Madrid, lo que no sucederá antes de finales de octubre. A partir de ahí, la Comunidad tiene cuatro meses para dar el visto bueno definitivo, pero prometen que procurarán que el proceso se acorte. Sin eseok autonómico, las obras de urbanización de los accesos a La Peineta no podrían avanzar. Y en todo caso: los plazos son muy, muy ajustados. Hay que licitar la obra y ejecutarla, y solo quedan 11 meses. En los grupos municipales del PP y el PSOE vaticinan que no va a dar tiempo. 
Además de la urbanización de la parcela del estadio, el Ayuntamiento tiene pendiente ampliar la capacidad de la Avenida de Arcentales, la segunda vía de acceso al estadio en importancia, tras la M-40. “Ya se colapsa todas las tardes”, asegura la portavoz socialista de Urbanismo, Mercedes González, que sufre esos atascos cuando tiene que desplazarse a los Plenos del Distrito de San Blas. 
Tanto Ahora Madrid como el PSOE, su socio de gobierno en el Ayuntamiento, prometen que la ampliación de Arcentales estará en los Presupuestos de 2017 [en los dosieres olímpicos se tasaba en 11 millones de euros], pero Borja Carabante, concejal del PP, cree que es demasiado tarde: “La obra es absolutamente necesaria, pero entre la licitación y la ejecución dudo que esté para el próximo agosto”. 
¿205,8 millones de inversión? Oh, wait
Arcentales es importante para los accesos a La Peineta, pero la clave está en la M-40, con la que conecta la avenida. La vía de circunvalación pertenece al Ministerio de Fomento, y ampliar su capacidad no era ningún problema cuando La Peineta era un estadio olímpico: ya se sabe que los Juegos eran una cuestión de Estado. En el dossier de Madrid 2020 se especifica que el Estado invertiría 73,6 millones de euros en mejorar las conexiones del “Anillo Olímpico” (es decir, La Peineta) con la M-40. Además, y en lo referido estrictamente a los desplazamientos al Estadio, se preveía una nueva estación de metro --ampliando la actual línea 5-- y otra más de cercanías. La primera saldría por 94,2 millones de euros; la segunda, a cuenta del Ministerio de Fomento, supondría 27 millones de euros. Sumadas esas tres cifras a los 11 millones de euros para ampliar la Avenida de Arcentales se alcanzan los 205,8 millones de euros: en realidad, no se va a invertir, al menos a corto plazo, ni un 10%, y solo pondrá dinero el Ayuntamiento. 
Hay algo real de ese supuesto esfuerzo conjunto de las tres administraciones para que entrar y salir de La Peineta sea sencillo. Concretamente, una rotonda con salidas cegadas en la calle Mequinenza, en el barrio de Canillejas. Allí, junto a la Nacional II y la propia M-40, el Ayuntamiento construyó en 2012, por 3,5 millones de euros, una vía para conectar el barrio con la vía de circunvalación, como alternativa para no colapsar el acceso más cercano a la M-40 desde el Estadio. El problema es que para pinchar una vía urbana con la M-40 se necesita la aprobación del Ministerio de Fomento, que en este caso el Ayuntamiento no tenía. Fomento argumentaba que previamente era necesaria una vía colectora (de servicio) paralela a los carriles actuales en la propia M-40, y no parecía muy dispuesta a invertir en ella sin la sede olímpica en la mano. Cuatro años después, la rotonda sigue cegada, como un homenaje involuntario a la descoordinación entre administraciones y al despilfarro de dinero público. 
EL AYUNTAMIENTO NO ESPERA NOTICIAS DE FOMENTO RESPECTO A LAS DOS NUEVAS CONEXIONES CON LA M-40
El Ayuntamiento no espera noticias de Fomento respecto a las dos nuevas conexiones con la M-40 que tuvo previstas en su día el área de influencia de La Peineta. Con el Ejecutivo en funciones, explica Calvo, no hay nada que hacer. La nueva estación de cercanías y la ampliación de la línea 5 de metro también se quedaron en Buenos Aires, con el café con leche de Ana Botella y la designación de Tokio 2020. Lo que hay es lo que hay, y con eso tendrán que apañarse los socios y aficionados del Atleti. 
Mercedes González, portavoz de Urbanismo del PSOE en el Ayuntamiento, es pesimista: “No se puede colocar un estadio en la ciudad como si fuese un ovni. Habrá que hacer mucha pedagogía para que la gente no vaya en coche, pero tenemos que tener en cuenta que el Atlético se va a un barrio periférico: es como si pones el Bernabéu en Valdebebas y les pides a los aficionados que se desplacen en transporte público”.
Carabante, del PP, también pronostica graves problemas de movilidad. Desde la Comunidad de Madrid quitan hierro a lo que les atañe, los accesos en metro: ya existe una estación, la de Estadio Olímpico, de la línea 7. Y el Atlético de Madrid presume en su web de que ésta es una de las más grandes de Madrid, con 56 tornos de entrada y salida. El club también cita como alternativa la estación de Canillejas, de la línea 5, que está a casi cuatro kilómetros del estadio. Además, presume de que La Peineta va a tener un parking para 4.000 vehículos. También habrá, evidentemente, autobuses de la EMT, pero tanto el coche como el bus pueden ser alternativas exasperantes si las vías urbanas, como la M-40, no están preparadas para asumir un estadio de fútbol de primer nivel. 
El estadio supondrá algunas teóricas mejoras para los atléticos: la parcela de La Peineta casi triplica a la del Calderón (88.150 metros cuadrados frente a los poco más de 31.000 metros cuadrados actuales), y el aforo también amplía notablemente: de 54.907 aficionados a 67.000, a falta de los últimos ajustes. Señales de Humo, el grupo de aficionados atléticos que ejerce de oposición a la los dueños del club, defiende que el Calderón, que en sus 50 años de historia ha tenido aforos superiores al actual, podría remodelarse con un gasto moderado para, cerrando sus dos huecos laterales, aumentar sensiblemente su capacidad. 
“UN AÑO MÁS DE ESPERA, CON LA MUDANZA EN 2018, HABRÍA FACILITADO LAS COSAS”
¿Hay soluciones de movilidad a corto plazo en el nuevo Estadio? Pocas. Carabante apunta a posibles buses lanzaderas, con carriles exclusivos como los que se utilizan, precisamente, en los Juegos Olímpicos, “pero en un autobús entran 50 personas, y estamos hablando de 67.000”. Otros creen que el Ayuntamiento se ha precipitado: tenía prisa por solucionar el embrollo de la Operación Calderón y se tendió la trampa de correr demasiado con el traslado a La Peineta. “Un año más de espera, con la mudanza en 2018, habría facilitado las cosas”, dicen. Mientras, más de 10.000 socios atléticos ya han pagado su reserva por sus nuevos asientos en La Peineta. En el club no plantean “otra opción” que el traslado sea una realidad desde el primer partido de la próxima temporada, y recuerdan que “si no se cumple todo lo pactado”, están previstas indemnizaciones millonarias. “No estamos preocupados”, aseguran desde las oficinas rojiblancas. Deben de ser los únicos.   
Madrid concluyó en su momento que La Peineta necesita una M-40 mejorada, además de Cercanías y más Metro. Pensaba en un acontecimiento enorme de dos semanas, los Juegos. Ahora se va a encontrar con acontecimientos grandes cada dos fines de semana en Liga y entre semana, en Champions y Copa. La mudanza de sus aficionados no va a ser fácil: dejarán su casa junto al Paseo de los Melancólicos, pero la melancolía por el Calderón durará años. Muy probablemente, tantos como los problemas de movilidad en La Peineta.

AUTOR

  • Tomás López Morales

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