lunes, 27 de enero de 2014

El agujero más negro


El físico Stephen Hawking, que ha dedicado gran parte de su trabajo al estudio de los agujeros negros, piensa ahora que los agujeros negros podrían no ser tan negros. Hawking y otros venían diciendo que esos fenómenos cósmicos poseían tal densidad que hacían un ovillo con el espacio y el tiempo y nada podía escapar de ellos, ni siquiera la luz. Al físico británico se le ha ocurrido, sin embargo, que la teoría cuántica podría respaldar la tesis de que algo de energía e información sí se les puede escapar. Tal vez la penúltima zona oscura del universo pueda ser conocida, después de todo.
Eso es esperanzador. Si fuera teóricamente posible investigar un agujero negro, cabe considerar la hipótesis de que acaso algún día resultara concebible algo aún más increíble: iluminar lo más absolutamente negro. Es decir, el fútbol.
El negocio del fútbol funciona bajo un pacto inquebrantable, según el cual no se debe tolerar el menor contacto con la justicia ordinaria. Cuando eso ocurre se desencadena el caos. Recuerden el gran precedente, la demanda que el futbolista Jean Marc Bosmanpresentó contra el Lieja y, de alguna forma, contra la esclavitud encubierta: nada volvió a ser como antes. Ahora, la querella de un socio del FC Barcelona ha provocado la dimisión del presidenteRosell y ha obligado al club a revelar el contenido del contrato firmado con Neymar. De momento no se entiende demasiado bien quién se ha llevado una millonada y quién puede haber sido estafado, pero hay algo claro: el fútbol miente.
Hasta la fecha, ni la física cuántica resulta útil para explicar por qué se le concedió a Catar la organización de un Mundial, ni para saber si ese Mundial se jugará en verano o en invierno, de día o de noche. Tampoco es que nos interese mucho saberlo, la verdad. Preferimos vivir en la ignorancia y cuando nos enteramos de algo, por casualidad, hacemos como si no pasara nada. Los clubes españoles deben un montón de dinero a Hacienda y a la Seguridad Social. Cuando el ciudadano de a pie hace algo así, le crujen. El fútbol, sin embargo, es especial. Y consentimos que permanezca ajeno a la justicia porque el agujero negro es la otra cara de un circo que nos entretiene mucho. Un circo en el que, además, tenemos depositada una vieja inversión sentimental.
Los agujeros negros del cosmos deben ser espantosos vistos de cerca, pero nadie se ha encontrado con ninguno. Se les puede considerar inofensivos, al menos hasta la fecha. Cosa muy distinta es el agujero negro del fútbol, que ofende todo lo que le da la gana. La Federación y los clubes españoles, salvo un puñado de dignísimas excepciones, han pedido un indulto para el ex presidente del Sevilla,José María del Nido. Este señor no está condenado por las habituales trapacerías futbolísticas, sino por haber participado en el expolio del Ayuntamiento de Marbella. Da igual. El fútbol ha de permanecer intocable, incluso en los casos más viles de delincuencia común.
Esto da demasiada grima. Que se ocupe del asunto Stephen Hawking, que aplique las teorías cuánticas y nos diga si realmente hay esperanza. Mientras tanto, enfrentémonos a misterios más accesibles y menos repugnantes. Como eso que pasa con Bale.

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