miércoles, 7 de mayo de 2014

El lado oscuro de la fiesta

Los mundiales también tienen su parte oscura. La fiesta del fútbol que se celebra cada 4 años, donde fanáticos de todos los rincones del planeta intercambian cultura, colorean las tribunas e invaden las calles con cánticos y gritos de aliento, suele verse amenazada por grupos violentos, que suelen amrargar el evento.
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Los mundiales también tienen su parte oscura. La fiesta del fútbol que se celebra cada 4 años, donde fanáticos de todos los rincones del planeta intercambian cultura, colorean las tribunas e invaden las calles con cánticos y gritos de aliento, suele verse amenazada por grupos minoritarios y violentos, que amargan las intenciones de festejos.

No sólo se habla de Brasil 2014 como probable escenario de este tipo de episodios, sino que ya se está apuntando también a Rusia 2018, catalogada como una “sede complicada”. De cualquier modo, son las peleas entre barras en el país más grande de Sudamérica las que preocupan ahora. Sólo en 2013, 30 personas murieron por estos hechos en las tribunas brasileñas.

Según la FIFA y las autoridades locales estos sucesos no deben preocupar a la hora de jugarse la Copa, pero a estos hechos se suman las amenazas de huelgas policiales que llevan a pensar con aguar la fiesta.

Está claro que no existe garantía de seguridad absoluta en ningún rincón del planeta. Europa también ha sido escenario de hechos violentos durante los mundiales y en los dos últimos jugados allí ha habido casos resonantes. En Francia 1998, el oficial de policía Daniel Nivel, fue brutalmente golpeado por hooligans alemanes, quienes patearon su cabeza cuando estaba en el piso. Nivel estuvo en coma durante 6 semanas y aunque salvó su vida, sufrió daños cerebrales irreversibles.
"Barras, hooligans, ultras, hinchas de todas las nacionalidades, dirigentes, jugadores, y hasta árbitros se han visto envueltos en la historia de los mundiales en episodios violentos y repudiables."

Durante su copa en 2006, estos grupos alemanes ligados al movimiento neo nazi, atacaron a hinchas polacos luego de finalizado el partido entre ambos seleccionados en Dortmund. La intervención policial, lejos de amedrentarlos, provocó que los hooligans los enfrentaran con botellazos y fuegos artificiales. Al final hubo 300 detenidos y varios uniformados terminaron con diversas heridas.

La primera Copa Mundial de la FIFA también tuvo sus momentos de tensión, sobre todo en los partidos que jugaba la selección argentina, blanco constante de los fanáticos charrúas. En el partido debut de la albicleste, que finalizó con triunfo por 1 a 0 ante Francia, el árbitro brasileño Gilberto de Almeida terminó el partido seis minutos antes de los noventa.

El error provocó que se manifestaran los jugadores franceses y los hinchas uruguayos, que apoyaban a los europeos, invadieron el terreno de juego amenazando a los argentinos. El delantero de Boca y de la selección, Roberto Cherro, se desmayó por el susto y sufrió un ataque de pánico que lo dejó marginado de la Copa.

John Langenus, el árbitro belga de la final del 30, pidió recaudos extras a la policía uruguaya porque había estado en Buenos Aires y sabía de la cantidad de gente que cruzaba el Río de la Plata para presenciar el partido por la copa: “Mi asistente Henry Christophe me dijo que había visualizado al menos a una persona que portaba un arma de fuego en la tribuna. Nunca supimos si llegó a disparar ya que se tiraban cohetes desde todos los sectores. Por las dudas pedimos un barco listo para zarpar por si se producían incidentes”, dijo tiempo después.

Durante las décadas de 1950 y 1960 los hechos de violencia se produjeron mayormente dentro del campo de juego y los protagonistas fueron los jugadores. En “La Batalla de Berna” húngaros y brasileños comenzaron un combate que siguió (aún con intervención policial) hasta los vestuarios.

Chile 1962 fue tal vez la Copa más violenta de las disputadas hasta la actualidad; entre jugadores chilenos e italianos se produjo la llamada “Batalla de Santiago”, que terminó con varios jugadores europeos lastimados. Desde las tribunas se pedía “sangre” para los italianos debido a un artículo periodístico que defenestraba a los chilenos.

En ese mundial las patadas fueron grandes protagonistas en todos los partidos, pero hubo una que trascendió sobre el resto: Yugoslavia estaba perdiendo ante la Unión Soviética cuando Eduard Dubinski salió jugando desde abajo y haciendo algunos “firuletes” con la pelota. El delantero Muhamed Mujic interpretó que lo estaba cargando y decidió cobrarse venganza. El golpe del yugoslavo fue tan fuerte que le provocó a Dubinski una fractura en su pierna derecha. Mujic no había sido siquiera advertido por el árbitro del partido, aunque sí fue expulsado de la delegación por sus propios compañeros.

Que un partido de fútbol derive en una guerra entre dos estados suena poco creíble, pero la tensión política que se vivía en Honduras y El Salvador en 1969, sumado al encuentro clasificatorio entre ambos países para México 1970, lo convirtieron en realidad. Los enfrentamientos entre los hinchas en ambos partidos fueron los detonantes de una batalla denominada “Guerra de las 100 horas”. Si bien ambos países se estaban amenazando por conflictos con campesinos, los incidentes en las eliminatorias fueron la gota que derramó el vaso. Un mes después de la clasificación de los salvadoreños, el ejército de esa nación inició un ataque militar contra sus vecinos.

Los hooligans ingleses hicieron de las peleas todo un show dantesco. En España 1982 atacaron a hinchas franceses rompiendo los enrejados del Estadio San Mamés para llegar a ellos. En México 1986 chocaron contra barras argentinos, que comenzaron a “acompañar” a la selección en los 80 y desde ese entonces han protagonizado peleas contra hooligans, contra ultras o entre sí.

Y no sólo los incidentes se producen en los países organizadores; la pasión exacerbada que provoca el fútbol no conoce de límites ni culturas. Para citar un par de ejemplos, en Monterrey un joven murió tras los enfrentamientos entre hinchas de la tricolor y la policía, cuando fueron eliminados por Alemania en 1998. En Fuzhou, China, también se produjeron enfrentamientos con la policía cuando a los hinchas no se les permitió ver el partido ante Brasil, en la Copa de 2002.

Barras, hooligans, ultras, hinchas de todas las nacionalidades, dirigentes, jugadores, y hasta árbitros se han visto envueltos en la historia de los mundiales en episodios violentos y repudiables. En los últimos mundiales, sin embargo, el tema de la seguridad ha entrado con fuerza inusitada y los controles sobre los hinchas que viajan es cada vez mayor. Brasil espera la competencia con un verdadero ejército de policías dispuestos a garantizar una calma siempre amenazada. Todos esperamos que el lado oscuro de los mundiales no vuelva a aparecer.

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