martes, 22 de diciembre de 2015


Derrotas de las que no se vuelve

Del editor al lector
River perdió en la cancha y eso pasa. Se gana o se pierde. Pero cuando no se sabe perder se pierde dos veces.

A Messi lo escupieron. Se supone que por argentino cipayo que juega para los catalanes. A Mascherano lo abuchearon. Se supone que por riverplatense cipayo. Los buenos argentinos deben jugar mal en sus equipos cuando juegan contra equipos argentinos.
Escupir a alguien es un signo de enorme desprecio. Se hace contra los traidores, se hace contra los enemigos más despreciables ¿Cómo se puede entender un disparate semejante con Messi y con Mascherano?
Digamos lo que se dice siempre: fueron grupos minúsculos. Digamos lo que no siempre se puede decir: a Tokio no fueron marginales, gente expulsada de la sociedad a la que no se puede estigmatizar porque son finalmente víctimas. Pudieron pagarse un pasaje a las antípodas, estadía y entradas para ver fútbol.
En un partido pueden pasar muchas cosas pero pasó lo más lógico que podía pasar. Barcelona es el mismo que hace un mes le hizo cuatro goles al Real Madrid en el Bernabéu. Sigue siendo el mejor del mundo. River hace un mes no le pudo ganar a Huracán. Sigue en bajada. Pero el fútbol es uno de los pocos deportes en el que el más débil puede derrotar al más fuerte. Esta vez no ocurrió. 
Con inferioridad técnica, River debía resistir con una estrategia y apelando al plus que se le reconoce al futbolista argentino: no darse nunca por vencido, dejar hasta la última gota de energía y no sentirse menos que nadie aunque lo sea.
Debía resistir con agallas y disciplina táctica. Resistió hasta el gol de Messi, que debió ser invalidado. Pero el árbitro no pudo ver desde su posición que Messi acomodó la pelota con la mano. ¿Fue decisivo? Barcelona ya había tenido dos jugadas de gol y Barovero era la figura de River. 
El arbitraje no incidió o incidió todo lo que puede incidir en un equipo argentino un arbitraje FIFA: no permite juego violento ni faltas sistemáticas y no tolera protestas ni simulaciones. River debía estar preparado para un arbitraje así.
Barcelona está 3 o 4 goles arriba de River. River no tuvo plan B para después del gol de Messi. Salió a presionar para forzar el error en el Barcelona y el error no se produjo. Barcelona ganó en buena ley.
No se puede corregir la derrota agrediendo a los que ganaron. Los insultos a Messi y a Mascherano tienen la lógica de los hinchas que no aceptan perder. Es una ceguera que se extiende desde el fútbol hasta la política. 
River perdió en la cancha y eso pasa. Se gana o se pierde. Hay otra derrota de la que no se vuelve. La de los violentos. Deja una marca imborrable y tristísima.

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