Pacquiao merecía mejor suerte, pero la casa gana
Mayweather vs. Pacquiao y la decadencia del boxeo como deporte
.
La
pelea entre Floyd Mayweather (38 años) y Manny Pacquiao (36), según la
campana que escuchemos, es el combate del siglo o un triunfo por KO de
la publicidad sobre el sentido común.
La indudable calidad y
atractivo popular de los protagonistas parece justificar la
grandilocuencia ("lo mejor" de un siglo… que acaba de comenzar), pero
sus edades casi provectas y el hecho de que se eludieron prudentemente
durante su esplendor señalan que se trata de una hábil ficción
publicitaria.Esto es posible debido a las características del mercado: la audiencia de televisión es más reducida que hace algún tiempo en los mercados más ricos, en particular Estados Unidos (entre 3 y 4 millones, en contraste con los 28 millones que vieron a Mike Tyson ante Buster Mathis en 1995), pero el sistema de pago por ver (pay-per-view, en inglés) y los precios desorbitados que se pagan por las butacas inflan la recaudación a niveles colosales: hasta US$625 millones, según algunos cálculos.
¿Pelea más lucrativa de la historia?
Floyd Mayweather vs. Manny Pacquiao
US$625m
lo que se espera que genere la pelea-
US$535m Ventas de derechos de TV internacional y de pago por ver la pelea.
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US$74m Venta de entradas
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US$5.6m Patrocinio publicitario
Decadencia
El arrastre de Mayweather y Pacquiao, que posibilita este despliegue publicitario, disimula la pérdida de prestigio social y desfigura la importancia real del boxeo como deporte y espectáculo internacional: en ambos planos ha estado decayendo desde hace bastante tiempo.Esto se debe a un cambio radical de paradigmas: hace tiempo que el boxeo dejó de ser en la imaginación popular un deporte noble, "viril", el arte de la defensa propia, para convertirse paulatinamente en una actividad brutal, controlada por personajes inescrupulosos.
Lo irónico es que en la actualidad el panorama de la corrupción no es, o eso dicen, tan flagrante como hace unos años. La percepción cubre con el mismo manto a promotores y representantes honestos: son gajes de un oficio en el que pagan justos por pecadores, como en muchos otros.
Pero la corrupción del boxeo nunca fue un misterio. En la TV todavía se pueden ver viejas películas, de los años 30, 40 o 50, en las que el púgil es una víctima de la pobreza y la falta de educación y oportunidades, explotado por mafiosos: el desenlace no podía más que ser trágico.
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