viernes, 22 de mayo de 2015



Capital árabe para el Madrid

  • El acuerdo para renombrar el Bernabéu posiciona a Abu Dabi, en competencia con Qatar por el deporte, cerca del club blanco


El jeque Mansour bin Zayed, dueño del Manchester City, quería comprar, en realidad, el Real Madrid, pero le dijeron que la operación no era posible, porque el club más rico del mundo pertenecía a socios, no a accionistas. La compra del City, en cambio, era únicamente cuestión de dinero, y eso no es un problema. Hermano del emir de Abu Dabi, el emirato, sin embargo, va a hacerse con el naming del estadio madridista, que pasará a llamarse Cepsa Bernabéu Stadium o Abu Dabi Bernabéu Stadium, tras adecuar el proyecto inicial a la ley urbanística. La posibilidad más plausible es la primera, después de que la petrolera fuera adquirida en su totalidad por International Petroleum Investment Company (IPIC), fondo de inversión soberano de Abu Dabi.
La inyección de 500 millones de euros, al contado, con el que sufragar la remodelación del estadio y reurbanización de los alrededores, no implicará capacidad de decisión en el gobierno del club, pero para el emirato es un gran logro en la competencia establecida con Qatar por la conquista de las grandes referencias del deporte internacional, actores globales al servicio de su estrategia de influencia. El proyecto está a la espera de unas modificaciones técnicas en las que ya trabaja el club presidido por Florentino Pérez, que ni siquiera recurrió el auto del TSJM donde se anulaba el proyecto por la vulneración de la Ley del Suelo. IPIC puso como condición que el proyecto se iniciara en dos años.
El estadio deberá conservar el apellido Bernabéu junto al elegido por los compradores. Las autoridades de Abu Dabi eran partidarias de que lo acompañara el nombre del emirato, incluso las siglas del fondo soberano (IPIC), pero ello es poco probable. Además, Cepsa no podría justificar el retorno recibido y, a efectos fiscales, podría ser considerado un pago de dividendo encubierto. El proyecto incluirá un hotel, un centro comercial y podría, incluso, albergar un casino, parte de cuya explotación podrían reservarse los inversores.
Con el 9% de las reservas petrolíferas del mundo y el 5% de las de gas, Abu Dabi es el emirato más poderoso. Rivaliza con Qatar, país que no pertenece a Emiratos Árabes Unidos, en su apuesta por invertir en el deporte para legitimarse y posicionar a su economía de cara al futuro. Saben, sin embargo, que el nivel de inversiones no será sostenible en el largo plazo.
Si bien Abu Dabi adquirió el Manchester City a través de Abu Dhabi United Group y ha acordado un patrocinio, en este caso el naming del estadio del Madrid, mediante un fondo soberano del emirato, el qatarí Nasser Al-Khelaïfi adquirió el Paris Saint Germain a través de Qatar Sport Investments, mientras Qatar Foundation, presidida por este mismo miembro de la familia real, cerró el patrocinio con el Barcelona, transformado posteriormente en el de sus líneas aéreas. En ambos casos, se trata de miembros de la oligarquía y sociedades vinculadas a las familias reales.
Dubai, tercer implicado en el reparto del pastel deportivo, ha dirigido su patrocinio a la promoción de sus líneas aéreas, Fly Emirates, compatible con otros acuerdos de Qatar o Abu dabi, como prueba el patrocinio del Paris Saint Germain. En el caso del Madrid, Abu Dabi podría pujar a favor de Etihad Airlines, como sucede en el City. Fly tiene su sede en el nuevo aeropuerto de Dubai, una obra colosal que enlaza a 57 millones de pasajeros al año entre Asia y todos los destinos.
La ofensiva de Qatar, sin embargo, es imbatible, con el Mundial 2022 en el horizonte, para el que se prevé una inversión de 200.000 millones de dólares en infraestructuras. A la llegada de Xavi Hernández, que colaborará con la academia Aspire de fútbol, se une la propuesta de Qatar Foundation a la Fundación Rafa Nadal para crear una Ciudad del Tenis. Al deporte únicamente le queda explicar cómo combina su principios y leyes contra la discriminación en este viaje adonde no se respetan los derechos humanos. La respuesta, en cifras.
@OrfeoSuarez

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